A desalambrar :Por Ana Cristina Bracho|¿Cómo funciona la AN? (Opinión)

A las sillas del Legislativo han llegado en Venezuela, como en todas partes del mundo, todo tipo de personajes. Así, basta mirar las redes sociales para encontrar la infinita colección de incidentes que en el mundo ocurren en las sedes parlamentarias. Desde las complicidades hasta las peleas con sillas, todo en ese escenario es válido.

Afirmarlo es sostener que el Poder Legislativo cumple para la democracia representativa el papel de reunir a todos los que solo se encuentran en una nacionalidad común. Para ello, un sistema que tome algunas previsiones debería permitir que los desiguales, los confrontados, los antónimos, sean quienes estén, en las proporciones que tengan en la sociedad, convocados a ese trabajo, generalmente semanal, que se hace en el Parlamento.

De igual forma es sostener que en el debate parlamentario ciertas reglas cambian, en la confrontación decirse verdades, subirse la voz e insinuarse cosas puede hacerse, escapando de la regulación general.

La manera en que estas asambleas trabajan se ha venido determinando desde la Revolución Gloriosa de Inglaterra y reglamentando desde el nacimiento de las Repúblicas, en Francia y en Hispanoamérica, donde encontró una sistematización que determina que todo lo que está en la Constitución debe hacerse; que no puede hacerse nada que no esté previsto en ella, y, que la manera en la que se hace es aquella que dispongan los reglamentos.

Por tanto, estamos frente a un “qué” y a un “cómo” que en Venezuela se conocen con claridad desde 1999.

Concluido el primer año de esta Asamblea Nacional (AN), mas allá de la confrontación con el Poder Judicial, destaca la poca asistencia al Parlamento de las diputadas y los diputados así como la tendencia a suspender las sesiones ordinarias. Esta situación, la de las ausencias, ha sido valorada por varios estudiosos del Derecho Público que concluyen, a grandes rasgos, que su inasistencia es mas severa que la de personas en otros roles porque significa la ausencia de un sector político, económico o social de las discusiones nacionales.

Por ello es que, a diferencia del Presidente, los diputados tengan un suplente que nace en el mismo momento que son electos y permanece siendo el mismo hasta el final del periodo.

Faltar, no es entonces un asunto menor. Para que esto no pase es que las Asambleas tienen ese sistema en el que los diputados no asisten todos los días y que hay reglas para convocarlos: todos deben saber de qué se va a hablar y tener tiempo de llegar al Hemiciclo. Por ende, si habiendo sido llamada la sesión faltan los diputados, principales y suplentes, se irrespeta el voto y se incumplen deberes constitucionales que solo tienen quienes sean electos al Parlamento.

Una vez que en Venezuela la democracia avanzó de la representatividad a la participación, la idea de la AN y del control se fue repartiendo en nuevos sujetos que a modo de actores directos pueden tomar decisiones y supervisar la gestión de Gobierno. Estos actores son permanentes y tienen frente a los legisladores el poder de solicitar, cumplidos los requisitos de ley, la revocación de los diputadas y diputados.

Puede que esto nunca ocurra o que tan solo se intente contra algunos representantes cuyos votantes decepcionados esperen conseguir una mejor actitud de su legislador, pero, esto nos recuerda que con un sistema especial, todas y todos son sujetos de derecho: beneficiarios y obligados.

Por su parte, los beneficios no son generales ni universales, son en razón de ese debate en el que cual personajes de un teatro deben actuar con el entusiasmo o la vehemencia que exija el momento. Por ello, su cualidad de seres irresponsables dotados de inmunidad parlamentaria solo puede exigirse para defender una actuación en el plano y espacio parlamentario.

Como consecuencia lógica, el deber de cada quien es actuar para lo optó y fue electo, dentro del ámbito de un Estado de Derecho.

@anicrisbracho