Columna grano de mostaza|¿Quién quiere ser diputado? (Opinión)

La Asamblea Nacional (AN)  se ha convertido en un auténtico crisol  de las ideas, conductas, criterios y acciones del quehacer político profundo, consciente y necesario del país. Existen suficientes eventos y realidades que evidencian los momentos cumbres de esta confrontación ideológica y sistémica, especialmente durante toda esta época de injerencia imperialista, con la presencia y desencuentro de las dos grandes corrientes del pensamiento de la sociedad venezolana de hoy.

Más allá de los debates, un auténtico desafío será continuar el proceso de consolidación que demanda el Estado bolivariano con su absoluta pertinencia societal e institucional. Es ineludible que nuestro pueblo exija más participación para legislar. Se está desmitificando que el recinto parlamentario sea para élites encumbradas.

Nuestro pueblo es el auténtico soberano, es el que debe ejercer todo su dominio para participar en cuerpo y alma en todo lo atinente a los sagrados asuntos  que se efectúan en este Poder Público Nacional.

La doctrina  del Pueblo Legislador es sostén axiológico para continuar haciendo las leyes de cara a los problemas más sentidos del pueblo y de la sociedad en general. Para asumir el concepto y doctrina de Pueblo Legislador se requiere no solamente de voluntad, sino también dedicación, creatividad, valentía, organización, disciplina y conciencia para el momento sublime de realizar las consultas populares como metódica  para hacer las nuevas leyes de la República.

La AN tiene actualmente el desafío integracionista del sistema legislativo nacional que pasa por revisar los roles de las comisiones permanentes en conjugación interinstitucional con los demás poderes públicos, los consejos legislativos estadales y las distintas cámaras municipales en todo lo ancho y largo del país.

Es bien sabido que cada región y localidad tiene sus propias particularidades y distinciones, no obstante ninguna normativa, ordenanzas o propuesta puede obviar la integración legislativa de contar con un cuerpo de leyes, reglamentos y disposiciones coherentes e integradas al fin supremo de la Constitución de la República Bolivariana y al Plan de la Patria como ley fundamental  de la Nación.

El Poder Popular en su sabiduría infinita observa, juzga y sabe de la transcendencia del momento político. En segundo lugar, la presencia viva de distintas comunidades, gremios y organizaciones en las instalaciones del Palacio Federal es una muestra de que nuestro pueblo no quiere ser un mero convidado de piedra. En ese hierático lugar es un hecho que nuestra gente quiere participar y acompañar todos los asuntos parlamentarios. ¡Venceremos!

T/William Fariñas

Compatriota William Fariñas, no dudo de la buena intención de tus líneas, pero te pregunto, allá en lo profundo de tu corazón, realmente tú crees en el llamado PODER POLULAR, que hoy se ha convertido en una entelequia (por la perversión en que ha devenido el llamado «proceso bolivariano»), (?),.. Recuerda que incluso el propio Comandante Presidente poco antes de soltar el mando (2 meses antes), justo en aquella que fue su última aparición orgánica con el Consejo de Ministros en pleno, cuando aquél fustigó severamente a los ministros, todos!, preguntándoles que estaban haciendo con el poder popular, que donde estaba la aplicabilidad de las leyes del Poder Popular(?),.., No Fariñas, eso no quedó mas que en buenas intenciones, y «puros deseos no empreñan», habría dicho el ex presidente LHC, alguna vez.. Las parlamentarias no serán más que eso: Más conciliábulos de los llamados «elegidos»,…