En la Revolución Bolivariana el acontecimiento es el cuerpo|“En los últimos 15 años el discurso político trajo a la esfera pública cuerpos que habían sido marginados”

A Luis Duno-Gottberg le preocupan los cuerpos. Pero no como les inquietan a los modistos y a los hacedores de misses, que sueñan con mujeres que son como percheros y con hombres irreales, sino los cuerpos en las colas, los cuerpos en las calles -de todos los sectores políticos en pugna-, los cuerpos que durante años fueron invisibilizados y ahora están presentes.

Duno-Gottberg, investigador venezolano egresado de la Escuela de Letras de la UCV y en la actualidad profesor de la Universidad de Rice (Estados Unidos), fue el compilador del libro La política encarnada, Biopolítica y cultura en la Venezuela Bolivariana. El texto es una coedición de Equinoccio (Universidad Simón Bolívar), Universidad de Rice y el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), e incluye 15 estudios sobre el cuerpo y la política.

El investigador, hijo del reconocido intelectual venezolano Pedro Duno, visitó Venezuela recientemente y participó en un conversatorio -efectuado en el Celarg- con algunas autoras y autores de la obra. En conversación con el Correo del Orinoco, Duno-Gottberg afirma: “Yo creo que en los últimos 15 años el discurso político trajo a la esfera pública cuerpos que habían sido marginados”.

-¿Cuáles son esos cuerpos?

-Los cuerpos de los indígenas, de los negros. Hay una visibilidad que han adquirido ciertos cuerpos que habían sido desplazados. Después está el tema de las marchas y las protestas de lado y lado del espectro político: Aparecen en la calle cuerpos que protestan, cuerpos que se manifiestan. Otra cosa que yo manejo en el libro es que el acontecimiento es el cuerpo.

-¿En la Revolución Bolivariana el acontecimiento es el cuerpo?

-Es el cuerpo. El cuerpo es el acontecimiento en el sentido de que es la presencia de esos cuerpos lo que ha roto con un montón de esquemas y paradigmas. Otro concepto que yo manejo es el tema de soberanía, que es un concepto que está muy cuestionado. La constitución de la soberanía se ve como una práctica opresiva, pero yo quería dejar de lado esas aproximaciones y plantear que hay una relación entre soberanía y cuerpo.

La soberanía, subraya, “es un asunto de poder y legitimidad, y en la esfera política venezolana convocar cuerpos a la calle funciona dentro de esos mecanismos en que se disputa la legitimidad política”. Hay, argumenta, “una relación entre cuerpo y soberanía”, y la disputa por la legitimidad política “pasa por quién lleva más cuerpos a la calle”. Esa soberanía no es solo territorial, sino “en el sentido de derecho para gobernar”.

LA POLÍTICA EN EL CUERPO

-¿La política en Venezuela en este momento tiene una expresión corporal?

-Sí, sin duda. Yo creo que cuando tú sales a las calles y ves colas de gente para comprar comida esas son manifestaciones de cuerpos en la ciudad que tienen una dimensión política. Cuando tú ves los motorizados moviéndose en las calles esos son cuerpos moviéndose en las calles, esas son expresiones. Cuando ves los conflictos en las cárceles eso tiene una dimensión biopolítica; también el acceso a los alimentos, porque eso es el cuerpo. Yo creo que la política siempre está vinculada con el cuerpo, pero más ahora que nunca”.

Los cuerpos están presentes, siempre presentes. “Nunca como ahora el cuerpo figura dentro de la política”, sostiene. “Yo digo que el acontecimiento es el cuerpo en Venezuela”, y no solo de ahora, sino desde los años 80, cuando “aparecieron en la escena política y pública estos cuerpos desobedientes, se rompieron formas de socialización”.

Así, describe, “gente que no salía de su barrio empezó a salir de su barrio porque adquirió movilidad, se hicieron obras como el Metro de Caracas que facilitaron que esos cuerpos se movieran a lo largo de la ciudad y llegaran a lugares donde no llegaban antes”. Hay que añadir las motos, que han facilitado -sin obviar las críticas- que “un montón de gente adquiriera un medio de transporte que le permitiría movilizarse a lo largo de la ciudad”.

INCLUSIÓN, EXCLUSIÓN

-¿El cuerpo en la calle podría ser sinónimo de participación?

-Sin duda es un signo de participación, una muestra de participación, y puede ser también de descontento. Una cosa que yo he visto aquí es también cómo se disputan los espacios, y en esa disputa por los espacios y por la territorialidad es la presencia de esos cuerpos lo que marca quién ocupa el espacio.

-¿Han sido excluidos unos cuerpos para privilegiar a otros?

-Es posible, es posible; es muy posible. Lo más obvio es que la gente que detentaba poder en algún momento se sienta excluida. Es muy interesante cuando a veces dicen: “bueno, ya yo no reconozco un espacio en particular, no me reconozco”. Y cuando indagas más en qué es lo que no reconocen, resulta que la gente que está allí “no es la gente que es como yo, la que yo veía”, así lo dicen. Hay otra gente que ha entrado en los espacios urbanos y los espacios institucionales.

Si elabora una lista sobre lo que falta por desarrollar sobre cuerpos y política, Duno-Gottberg podría llenar cuadernos. Habría que profundizar más, en su criterio, en “la relación del Estado con el control de los cuerpos”, en cómo el Estado maneja la cárcel, la ciudad, el desplazamiento de la gente, las cirugías plásticas, la violencia.

El ejercicio de la política “siempre está vinculado con el tema del cuerpo, en todos lados”, afirma, pero “en el caso venezolano hay una intensidad que yo no he visto en ningún lado”.

-¿De la presencia del cuerpo?

-De la presencia de los cuerpos en la calle, de la violencia, de las disputas por el espacio que se hacen a través de la presencia de gente; es decir, cuerpos.

CARNE DE LOS POLÍTICOS

¿Cómo es la carne de los políticos?

-Blanda, fofa (risas).

-Es decir, ¿es un cuerpo distinto?

-Sí. Yo creo que existen muchísimos tipos de políticos. Existen los políticos que están instaurados en el Estado, en los aparatos de gobierno, y políticos que hacen política desde afuera del Estado. Son dos cuerpos distintos. Creo que en algún momento de este proceso de cambio el cuerpo-carne-político se parecía más al cuerpo que es el asiento de la soberanía: el cuerpo popular. Pero creo que ha habido un momento en que eso se ha separado.

-¿Por qué?

-Voy a decir lo que pienso. Yo creo que cuando la gente se instala en el Estado… Déjame decir en primer lugar que, por parte de un proceso de transformación, es mejor tener control del Estado que no tenerlo, sin duda. Pero el control del Estado supone riesgos y peligros, crea distancias y aunque tú instales modelos y prácticas, asambleas populares, la gente queda capturada dentro de la dinámica del Estado.

El investigador observa que la dinámica del Estado “es una dinámica administrativa, una dinámica que tiene una lógica cuya idea es preservar la tenencia del poder” y “eso distancia”.

En el presente, el cuerpo de los políticos en el Estado y en el poder es el de “un sujeto sedentario y agotado”, a diferencia del cuerpo de un líder comunitario, que se levanta temprano, a quien lo tuesta el sol. “El cuerpo del que ejerce el poder dentro de una cárcel también es distinto, porque tiene que estar dispuesto a guerrear”.

Mientras “más te asientas de manera confortable en esas estructuras de poder corres grandes riesgos”, diagnostica.

-¿Riesgos de? ¿De distanciarte tanto del cuerpo popular?

-De distanciar, sí. Y cuando te distancias de eso la soberanía, en el sentido de ejercicio y legitimidad para gobernar, peligra.

-¿Qué implicaría para los cuerpos que ejercen el poder en el país?

-Es un riesgo. Yo creo que están conscientes de ello y por eso lanzan el gobierno de calle, por ejemplo. ¿Cuál es el concepto del gobierno de calle? Creo que es el ejemplo perfecto de una comprensión o una intuición de que la soberanía está en el pueblo, y de que son esos cuerpos en la calle los que constituyen el asiento de la legitimidad para gobernar. Como ritual es un ritual bien interesante; como ejercicio de administración, no sé.

-¿Como ritual sí?

-Es fundamental, son formas de buscar legitimidad, ¿no? Ahora, yo creo que la gente que está en el asiento del poder debe estar consciente de eso y mirarlo con cuidado, porque en última instancia es la gente, son los cuerpos que salen a la calle a votar los que van a decidir qué rumbo toma esto.

-Por ejemplo, en un año electoral como este el protagonismo de esos cuerpos va a estar en un centro de votación, ¿no?

-Fundamental. Habrá marchas, habrá mitines políticos. Es un ejemplo clarísimo de cómo el cuerpo se constituye en una medida de legitimidad política.

CUERPOS MOLESTOS, CUERPOS QUE CONVIVEN

-Usted decía que había observado el tema del cuerpo en la cola. El cuerpo en la cola está bravo.

-Está bravo, frustrado. Hay una dimensión afectiva del cuerpo, afectiva en el sentido emocional y afectiva en el sentido que afecta y genera cambios en el espacio, en la política. Ese es otro tema interesante: afecto y cuerpo en la Venezuela contemporánea. El cuerpo del motorizado que se mueve y se desplaza.

-Pareciera que son cuerpos forzados a convivir, aunque no lo quieran. ¿Qué consecuencias puede tener, si es una convivencia forzada?

-Lo que yo veo es que hay mucha conflictividad, porque como son disputas por el espacio, son disputas violentas por el espacio… Es positivo que la gente confluya en el espacio público, pero ocurre de manera conflictiva.

-¿No podría ser de otra manera?

-Yo creo que, de dónde venimos, no. Nuestra historia solo puede conducir un poco a esto: es una historia de exclusión, donde prácticas de la violencia se van haciendo cada vez más sofisticadas.

Mas en este momento es necesario, insiste Duno-Gottberg, “buscar maneras de convivencia, porque yo creo que una sociedad así no puede mantenerse. Habría que pensar en buscar formas de sociabilidad distintas”.

-¿Cómo sería?

-Haciendo más humanos los espacios. Eso tiene que ver con el manejo de la infraestructura, proveyendo servicios, con políticas económicas.

-¿Es decir, la economía está afectando los cuerpos ahora?

-Sin duda, sin duda. ¿Cómo crear nuevas formas de sociabilidad? Bueno, eso no lo vamos a ver nosotros; yo creo que en algunas generaciones se verá.

T/ Vanessa Davies
davies-v@correodelorinoco.gob.ve
F/ Héctor Rattia

Considero que los cuerpos no solo estan molestos de convivir entre si, existe otro factor importante y es politico, se trata de los designados a ejercer cargos importantes en el gobierno o a la asamblea, ya que se eligen a los candidatos que no representan los intereses de la mayoira, son personas que desconocen o no les interesa la realidad de ese colectivo . Entonces se observa que no solamente la bipolitca se da con el discurso diferente entre gobierno y oposicion, sino entre el mismo gobierno que no termina de entender la necesidad, de transformar la politica en accion, para construir la etica politica que permita gobernar para ser mejores y no para el interes y mejoramientos de cuantos se acerquen a ella.