Sandra Ladera y su familia recibieron un hogar de la GMVV en Vargas|“Nunca imaginé que viviría en un lugar como este y todo ha sido gracias al presidente Chávez”

Sandra Ladera y su familia

Sandra Ladera, de 49 años de edad, considera que el presidente Hugo Chávez “fue un enviado del cielo que vino a proteger a todos los venezolanos”. Una creencia que expresa luego de relatar que, durante 13 años, habitó en un rancho de cinc junto a su esposo, José Gregorio Robles, sus cinco hijas y sus dos hijos. Hoy viven en el Urbanismo Hugo Chávez Frías, el complejo habitacional de la parroquia Catia la Mar, en el estado Vargas, donde recientemente el presidente Nicolás Maduró entregó el hogar número 700 mil construido por la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV).

Ladera recuerda que su antigua vivienda era una construcción de dos espacios: Un cuarto y la cocina-comedor. El baño era externo. “Dormíamos pegaditos en colchonetas que colocábamos una al lado de otra. Era muy incomodo, pero no podíamos hacer mucho porque somos muy pobres”, explica.

Ladera cuenta que el rancho había soportado muchos años de lluvia y de deslizamientos “pero no aguantó las vaguadas de 2010”. Esa noche “estábamos en la casa cuando se cayó un cují que estaba detrás de la casa. Salimos corriendo sin saber que era lo que pasaba, y ya afuera vimos que el árbol había caído sobre el techo y dañó toda la casa. Lo perdimos todo”, relata. Transcurría el mes de noviembre.

UN LARGO VIAJE

El primer establecimiento al que fueron trasladados gracias a la intervención del Consejo Comunal de la zona fue un refugio provisional instalado en el sector Canaima. De acuerdo con Ladera, allí pasaron “10 días en muy malas condiciones” y con la preocupación de saber que de un momento a otro serían trasladados a un nuevo establecimiento.

En ese lugar, explica, “compartimos con cuatro familias de la zona. Todos dormíamos en una pasillo largo, los niños lloraban y la comida no llegaba” con regularidad. “Creo que la emergencia agarró al Gobierno fuera de base. No estaban preparados”.

El segundo albergue visitado por la familia Robles-Ladera fue el refugio instalado por las autoridades del estado en el liceo José María Vargas, en Maiquetía. “En Vargas sí nos atendieron bien”, declara; “allí nos llevaron ropa, la alcaldía llevaba la comida y estábamos más tranquilos porque toda la familia estaba en un salón que nos asignaron”.

SEGUNDA PARADA: EL CANES

Pero esa aparente comodidad duró solo un mes, ya que la proximidad de las clases obligó al desalojo del centro educativo, por lo que las damnificadas y los damnificado fueron reubicados en distintos locales esparcidos por todo el estado. A la familia de Ladera se la trasladó hasta el Centro de Adiestramiento Naval Capitán de Navío Felipe Santiago Esteves (Canes).

“Lamentablemente no teníamos un familiar donde refugiarnos. El resto de mi familia también estaba en crisis”, lamenta Robles, quien cuenta que en el Canes la “situación no mejoró”, ya que fueron reubicados en las barracas que sirven de dormitorios al personal de tropa y allí no contaban con ningún tipo de privacidad.

“Nosotros teníamos niñas pequeñas y nos preocupaba que estuvieran a la vista de todo el mundo. Tuvimos que hacer un cuartico con sábanas y así, más o menos, hacernos un espacio con las tres literas que nos asignaron”, comenta Robles.

En el Canes había un baño para todas las familias. Los organizadores establecieron horarios para su uso, igual que para la utilización de la cocina, y además limitaron los espacios por los que podían desplazarse las damnificadas y los damnificados.

“Allí todo terminó muy mal”, explica Robles. “Un día comenzó un incendio que acabó con todo el dormitorio. Los bomberos dijeron que fue por un cortocircuito que agarró los colchones. Menos mal que mi esposa estaba en la calles con nuestros hijos. Ese día perdimos todo lo que nos habían regalado: ropa, zapatos, todo ”.

LA BUENA NOTICIA

La respuesta de la gobernación del estado fue inmediata, afirma Ladera. El gobernador Jorge Luis García Carneiro se presentó en el lugar de la tragedia y organizó la distribución de las familias; a los Robles-Ladera los asignaron en un nuevo albergue instalado en el Club Picure, en la carretera hacia Carayaca. Era mayo de 2011.

“En el Club Picure sí estábamos más o menos”, aseguró Robles. “Nos volvieron a dar un cubículo aparte y la comida llegaba directamente de Mercal para que nosotros la preparáramos. Cuando llegamos nos dijeron que nos adjudicarían en el urbanismo Hugo Chávez Frías, en Catia la Mar. Ese fue un día muy especial para todos nosotros”.

Robles labora en un autolavado de Catia la Mar y cuenta que una de sus mayores preocupaciones era el no recibir una vivienda digna en el estado Vargas. Relata que todos los días se levantaba a las 4:00 am para ir a trabajar y regresaba después de las 8:00 pm; es por eso que la noticia de la adjudicación hizo que “todos los días pensara en el momento de la entrega del apartamento”.

La noticia llegó el 25 de noviembre de 2012, y tras dos días de aplazamientos, fue el 27 cuando los representantes de la alcaldía de Vargas los trasladaron hasta el nuevo urbanismo Hugo Chávez Frías, construido en el sector Playa Verde de la parroquia Catia la Mar.

GRACIAS A CHÁVEZ

Robles señala que ese día toda la familia celebró con mucha alegría porque “por fin volvía la tranquilidad”.

“Ahora estamos más cómodos”, asegura; “mis hijos pequeños estudian cerca y yo también estoy cerca de mi trabajo. Nunca imaginé que viviría en un lugar como este y todo ha sido gracias al presidente Chávez”.

Ladera considera que el presidente Nicolás Maduro “ha hecho mucho por el pueblo” y agradece a Chávez el que hoy su familia habite en una vivienda segura.

T/ Romer Viera
F/ Héctor Rattia