Nunca “había tenido una casa amplia que fuera mía”|“Yo estoy contenta y muy agradecida por mi apartamento”

La señora Jesús Dagtalina Arango nació un 25 de diciembre hacer 50 años y recuerda haber trabajado siempre en la economía informal. “Yo nunca pensé que iba a salir de la carretera vieja Vieja Caracas-la Guaira, y mucho menos tenía los recursos para comprar un apartamento tan bonito como el que me dio mi presidente Chávez y la Gran Misión Vivienda Venezuela”, comenta.

Antes de llegar a la Carretera Vieja Caracas-La Guaira, sector las Garzas, Arango manifiesta que no tenía una casa propia, siempre había vivido alquilada, por eso dice que no le fue difícil tomar la decisión, junto con su esposo, de invadir un terreno ubicado en un barranco, desoyendo las advertencias de quienes les indicaron sobre los peligro de la zona.

“Invadimos ese lugar y poco a poco construimos una casa de bloques, que, aunque tenía dos plantas, era bastante pequeña: con dos cuarto, una cocinita y el baño. Nos costó mucho hacerla porque los dos trabajábamos en la economía informal. Tuvimos que pedir prestado e ir sacrificando muchas cosas. Esa fue una casa hecha con mucho sacrificio. Allí duré 10 años junto a Rodolfo, mi esposo; mi hija Desiré y Mauricio, mi hijo”, relata Arango.

“La zona es muy inestable”, comenta; “siempre se nos dijo que allí no se podía construir pero, ¿cómo hacía uno para comprar una casa? Muchas personas apenas ven un terreno donde poder construir, lo toman y levantan una casa sin pensar que se va a caer. Uno mismo es su ingeniero”.

“Lo primero”, asegura, “fue hace unas buenas bases”, y esta precaución fue la razón por la cual Arango cree que la casa nunca se vino abajo a pesar de haber vivido grandes aguaceros y deslaves. Ella cree que, de no ser porque ese sector fue elegido como el punto para construir la extensión de la Cota Mil, todavía estaría en pie.

PELIGRO INMINENTE

“Yo, al igual que muchas familias, no me quería ir de mi casa, pero tuvimos que salir a juro porque la zona estaba en riesgo. En el barrio había personas con más de 40 años y con casas bien hechas a las que, a simple vista, no se les veía ningún problema, pero era obvio que el terreno se estaba hundiendo y que tarde o temprano tendríamos que salir de allí”, explica.

Arango dice que fue un decreto presidencial lo que marcó el futuro de aquellas familias. En su opinión, Hugo Chávez se cansó de tantas tragedias en ese lugar, y aunque asegura que siempre apoyó todas las decisiones del Presidente, recuerda que lloró cuando demolieron su casa. “Muchos vecinos también lloraron y hasta se enfermaron. Eran personas que vivían en casas amplias y cómodas y que les costó entender el peligro en el que estaban”, señala.

Fueron los Consejos Comunales de la zona, juntos con la Vicepresidencia de la República, los organismos encargados de crear la lista de las familias que recibirían el beneficio de una vivienda digna, proceso que -según Arango- funcionó a la perfección.

“SIEMPRE SE PREOCUPARON”

Ella fue parte del último grupo de vecinas y vecinos que abandonó el sector en enero del año 2011, y de los pocos que se sumaron a la opción de refugio solidario: por ello, junto con su hija y su hijo, vivió durante un año en la casa de una de sus hermanas en Lídice; su esposo aceptó el ofrecimiento de alojamiento de una tía.

“Nuestro padrino fue la Vicepresidencia de la República y organizaban reuniones a toda hora en su sede de la avenida Urdaneta y en el Refugio Pomarrosa en el bulevar de Catia, donde estaban la mayoría de los vecinos. Creo que los representantes de las instituciones siempre se preocuparon por nosotros. Hasta nos dieron la oportunidad de escoger el modelo del urbanismo que nos iban a construir”, explica.

“CONTENTA Y MUY AGRADECIDA”

Araujo señala que el no haber convivido con sus antiguos vecinos en uno de los albergues organizados por el Estado no fue una limitante para participar en el equipo de contraloría social que supervisó la construcción del urbanismo. Dice que asumió su rol desde que se construyó la primera columna hasta cuando el complejo fue entregado.

“Siempre íbamos, hablamos con los ingenieros y nos encargábamos de hace el enlace con la alcaldía de Caracas cuando la obra se paralizaba por la falta de materiales. Fue una experiencia muy bonita que rindió sus frutos, aunque en algunos momento las situaciones hicieron que dudáramos un poquito”.

“Yo estoy contenta y muy agradecida por mi apartamento”, exclama Araujo. “Cuando me lo entregaron, el 26 de junio de 2014, no lo podía creer; sentí una emoción muy grande. Yo nunca había tenido una casa amplia que fuera mía y menos en una zona como esta, donde una vivienda cuesta muchísimo dinero”.

“Esto se lo agradezco a Dios, porque creo mucho en él y por supuesto al presidente Chávez por inventar la Gran Misión Vivienda Venezuela y darles esta satisfacción a tantas personas que, como yo, necesitaban de una vivienda digna y segura donde vivir”, expresa Araujo.

T/ Romer Viera
F/ Joel Aranguren