Por Oliver Reina|A 27 del 27 (Opinión)

Entre búsquedas de paralelismos y construcción intencionada de escenarios por parte de algunas personas, llega un nuevo 27 de febrero, fecha que recuerda lo que nunca más y bajo ninguna circunstancia, debe repetirse. Han transcurrido 27 años y son muchas las heridas que aún permanecen abiertas, las lágrimas que siguen derramándose.

Fueron tempranos e indescriptibles dolores de parto de una madre, Venezuela, que allí, entre las más aberrantes violaciones de los derechos humanos, vio renacer el espíritu combativo de un pueblo que desde entonces decidió ser un gigante, fiel heredero de la causa bolivariana. ¿Cómo? Levantando su rostro, bajo y sumiso por demasiado tiempo, viendo al poder ilegítimo y espurio a los ojos y enfrentándolo seguro de la proximidad de mejores tiempos y de hacerse poder para ser mejor. Y lo hizo.

El 27 de febrero de 1989 es padre del 4 de febrero de 1992 y por tanto abuelo del 6 de diciembre de 1998. Así, hace 27 años recomenzó el recorrido renovado de un pueblo en papel protagónico de su historia, adormecido casi dos siglos.

Del dolor resta aprender y reafirmar cada día, en cada circunstancia, que las causas que llevaron al 27 de febrero de 1989 no deben recrearse nunca más. Que la entrega de la Patria no es una opción y que el pueblo no dejará que ello suceda. Que discursos y prácticas políticas deben ser cónsonos e ir en todo momento de la mano. Que las necesidades elementales de la población se deben respetar sin cortapisas. Que el liberalismo, la versión clásica o la maquillada “neo”, se imponen a sangre y fuego aunque digan lo contrario y usen atractivas fórmulas para disfrazar sus reales intenciones.

Analizado a detalle, son diametrales las diferencias del entonces con el ahora, a pesar de las maromas de quienes comunicando desde vías tradicionales o novedosas intentan posicionar ideas y reconstruir la historia a la medida de sus intereses.

Hoy debemos recordar esta fecha con la mirada sobre el pasado y el futuro a la vez: al pasado para nunca olvidar quiénes practicaron los más bajos vejámenes contra el pueblo; al futuro para nunca repetir los errores y tener siempre presente que en su esencia los intereses burgueses siempre están enfrentados a los intereses de los pueblos.

A la memoria de quienes al quedarse en el camino dieron luz al renacimiento de la esperanza. Por ellos, por su memoria, por su dolor y por su vida, fuerza para seguir adelante.

@oliv22