Presidente de “la universidad del pueblo” hace un picante balance de su gestión|Berrizbeitia: El Inces vive la Revolución del Conocimiento

“Yo creo que más allá de los resultados —otros los podrían valorar— todo el esfuerzo que se hizo en el Inces por pensar y aplicar una propuesta formativa liberadora distinta —atendiendo a las orientaciones de la Gran Misión Saber y Trabajo, a las necesidades de la Revolución y del pueblo— lo tratamos de plasmar en cada segundo de nuestra gestión”. Con estas palabras Luis Berrizbeitia, quien asumió, hasta ahora, la responsabilidad de la presidencia del Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista, comenzó a hacer el balance de su administración.

¿Qué Inces tenemos, hoy?

Hay un elemento que podemos rescatar de estos dos años y medio de gestión —acompañando, primero, al camarada Jorge Arreaza; luego, con este equipo que ha hecho posible la profundización de la transformación educativa del Inces—: se trabajó con lealtad, compromiso y honestidad, de cara a los preceptos dejados por el Comandante Eterno, Hugo Chávez.

Cuando se nos preguntó qué podíamos venir a hacer aquí, se nos plantearon muchísimos retos: un instituto de mucha historia, bagaje y referencia. Plantearnos el reto de una transformación era ver cuál era la esencia real del Inces: significaba abocarnos al tema formativo de una manera estructural, no coyuntural; revisar cuál era el tema que subyacía en lo filosófico, en lo constructivo. Meternos en la formación de los trabajadores fue la esencia y la génesis de este proyecto de transformación.

La otra vertiente que, también, quedó muy firme es el avance en la simplificación de trámites a los aportantes. Toda la sinceración en el tema de los tributos, de implementar el Sinsera (Sistema Integral de Servicios al Aportante) y la solvencia electrónica, como un elemento material. Todo desarrollado en términos de soberanía, de tecnologías libres. En definitiva, tuvimos una orientación coherente con los preceptos de la Revolución.

¿Qué tareas quedaron pendientes?

No pudimos cumplir muchos retos y compromisos.

¿Como cuáles?

Creo que debimos haber hecho un esfuerzo mayor en el tema de infraestructura de todas las sedes del Inces; haber hecho un esfuerzo mayor de comunicación para que la gente se incorporara más, a los proyectos formativos. Nos hizo falta avanzar más en el debate real de la propuesta, con los diversos sectores. Pero, en esencia, si a mí me preguntasen, yo creo que el balance es positivo, más allá de las dificultades, de los ruidos.

¿Y por qué cree que no pudieron avanzar en esas áreas? ¿Por falta de voluntad, de recursos, de seguimiento?

Son muchos factores. Uno, la complejidad. Abordar el tema de infraestructura del Inces es más complejo de lo que parece. Yo creo que nos faltó pericia para poder abordar algunas situaciones, nos faltó materializar algunas acciones que fueron diseñadas, pero no fueron bien aterrizadas. Por ejemplo, actividades de mantenimiento, corrección. Yo creo que es un proceso que podría tardarse un poco, pero hay que seguir profundizando.

¡Falta de voluntad, nunca! Yo creo que la voluntad siempre estuvo para resolver los problemas, de reunirnos con la gente, para ver desde qué perspectiva podíamos construir las soluciones.

En cuanto a la transformación en materia educativa, en el aniversario del Inces yo escuché experiencias extraordinarias. Pero, como dice un amigo: “En Venezuela, poco cacareamos lo positivo”. Según usted, ¿qué faltó cacarear?, ¿qué no se dijo sobre lo que se está haciendo en el Inces?

Yo creo que la transformación, como hecho constructivo, se dio con la participación de mucha gente que empezó a abordar la formación de una manera absolutamente distinta. Los temas de las construcciones curriculares colectivas, las indagaciones de contextos. ¡Fueron procesos hermosos! Tú veías a la gente en los distintos ámbitos de trabajo y acción, en los distintos procesos de los Proyectos Integrales Socialistas, y había una comprensión real: una nueva dimensión de lo que es el trabajo como ejercicio cotidiano para construir la Patria. Eso logró permear toda la formación de los maestros pueblo. Más de seis mil maestros pueblo formados durante este tiempo, bajo una nueva óptica, una nueva concepción: formación de sujetos integrales y con responsabilidad social.

Los esfuerzos por asegurar una construcción colectiva, en cada uno de los estados, son elementos que forman parte del mismo enfoque. El enfoque no es solo pedagógico; el enfoque es de construcción política, comunicacional y social. Eso es, precisamente, lo que a nosotros nos mueve. El enfoque pedagógico es una dimensión que nos permite desarrollar, en cadena, todo lo demás: producir nuevas formas de relacionarnos, de producir y convivir en armonía con el ambiente, de acompañar un proceso de fortalecimiento del tejido comunitario, de empoderarnos.

Comenzamos a pensar el Inces a través de la transformación curricular; es decir, la transformación del currículo de formación de la clase trabajadora como la base de todo. Incluso, pensamos la propia gestión del Inces a partir de ese enfoque político.

Desde esta perspectiva, ¿qué papel jugaría el Inces en el escenario de la Revolución del Conocimiento, planteada por el presidente Nicolás Maduro?

¡Lo tiene muy claro! Es una decisión del presidente Maduro haber adscrito al Inces al Ministerio del Poder Popular para el Proceso Social de Trabajo. El Inces tiene que ser la bisagra de articulación entre los trabajadores y la comunidad (los trabajadores en la comunidad), entre la comunidad y la fábrica; y hacer comprender el proceso social de trabajo para que los trabajadores y los sujetos sociales se apropien de él, y lo dirijan, para poder generar una nueva lógica de los medios de producción.

El Inces tiene que ser una piedra angular para la formación de la conciencia colectiva y poder avanzar hacia la construcción del socialismo. Porque, el Inces (antes Ince) durante los primeros 40 años de su existencia, apalancó y fue la piedra fundacional para la construcción y materialización del capitalismo en Venezuela: obedecía a los intereses del capital. Ahora que sirve a los intereses del pueblo, el Inces debe ser ese bastión y esa piedra para poder proyectar el socialismo, y eso se hace a través de la conciencia colectiva y del nuevo imaginario que debemos armar entre todos para romper esas barreras del capital que, todavía, tenemos inscritas en la mente y en las acciones.

Hablando de imaginario, una de las críticas que se han posicionado en la opinión publicada es que, en el Inces, dejó de brindarse formación técnica y profesional a los trabajadores, para dar solo formación política. ¿Eso es así?

¡No! Nosotros lo que planteamos es que no puede haber formación puramente técnica, ni formación puramente sociopolítica: lo técnico y lo sociopolítico tienen que amalgamarse. Porque, no puedes separar la teoría de la práctica, ni la filosofía de lo material. Decía Marx que los filósofos se encargan de interpretar la realidad, cuando, también, sabemos que se trata de transformarla. ¡Hay que fusionar las dos cosas! Tenemos que entender que el saber y el trabajo, como lo dice la Constitución, son los elementos fundamentales para construir una sociedad justa y amante de la paz. Nuestra orientación es partir de las necesidades de los sujetos de formación en la dimensión técnica, para incorporar el elemento político como elemento de apropiación de la realidad concreta. Si tú dejas la formación política fuera de la ecuación, simplemente estás formando trabajadores instrumentales para que otros se apropien de su fuerza de trabajo.

Ayer estaba leyendo algunas ideas de Prieto Figueroa, donde decía que la futura generación debe comprender, en la escuela, las fuerzas sociales operantes, las direcciones en que se mueven y el modo cómo se entrecruzan, las consecuencias, inclusive. En esta nueva dimensión del Inces, ¿cuánto se retoma de las ideas del maestro Prieto?

¡Muchísimo! Absolutamente. Eso que plantea el maestro Prieto es fundamental. Es cómo aterrizamos el contexto a la realidad particular de los sujetos, y para qué nos ayuda el trabajo a transformar. Esa idea del maestro Prieto es, profundamente, de avanzada. ¿Qué es lo que pasó? Que, en sus inicios, el Inces deslastró eso. El contexto era el que el currículo mandaba, y el currículo era el que las empresas imponían, dejando la formación de los trabajadores al capricho de los intereses particulares de los amos del capital. Entonces, el contexto te lo daba la empresa. Simplemente, desarraigaban a la gente del contexto. No se preocupaban porque el trabajador comprendiera para qué servía el trabajo, sino solo que supiera hacer.

Anteriormente, había un currículo definido de antemano: tú, por ejemplo, tenías el curso de granjas integrales, pero el mismo curso lo daban aquí en Caracas, en Barquisimeto, en Mérida. No había una indagación de contextos. Ahora, los proyectos del Inces adaptan el currículo de acuerdo con las necesidades reales y sentidas de los sujetos, de su propio entorno social.

A partir de su experiencia, ¿qué recomendaciones usted les daría a los sujetos de la nueva gestión, para profundizar la transformación educativa en el Inces?

Creo que hacer recomendaciones sería un poco osado. Primero, porque no es una nueva gestión. Yo no me siento que estoy saliendo: la verdad, nunca nos vamos. Me siento parte y corresponsable de lo que podamos hacer, como Revolución, en esta nueva etapa del Inces. Y, así, se lo hago saber a todos los camaradas, una vez que les toque asumir la tarea de dirección.

Creo que las tareas están muy claras. El Presidente ha dado orientaciones para la profundización de la transformación educativa y de la nueva conciencia que deben asumir los trabajadores en esta nueva etapa, en términos de construcción de la Patria. Más allá de eso, desearles mucho éxito a todos los compañeros que llegan. Que cuenten, absolutamente, con todos los equipos de trabajo y conmigo, porque yo continuaré, siempre, en la lucha por la consolidación del proceso social de trabajo.

Y a los trabajadores del Inces que compartieron con usted, ¿qué les dice?

A los trabajadores y a las trabajadoras, un cariño inmenso, más allá de las contradicciones que pudiéramos tener sobre situaciones concretas. Yo sé que los trabajadores del Inces —y siempre lo he reconocido— son unos trabajadores de mucha mística, muy entregados, con mucha sensibilidad social. Quiero disculparme por aquellas cosas que no pudimos resolver, en su momento. También, felicitarles y que sigan adelante; porque, el trabajo que ellos han hecho históricamente —y van a seguir haciendo— estoy seguro de que es de mucho provecho para la construcción del socialismo en Venezuela.

F/Prensa Inces