Artículo de Ana Cristina Bracho| El crimen más grave (Opinión)

Cuentan que el antiguo Derecho Penal conocía el crimen político, el delito de opinión y el que ciertos rasgos físicos o carestías materiales constituían en sí mismos un delito, pues las personas por cualquiera de estas razones eran tildadas de ser “vagos o maleantes”. También que de darse el caso que un infortunado espermatozoide llegase a un óvulo, no negociado como propio en matrimonio, se nacía bastardo y se sufría la infamia eterna. En las últimas décadas el Derecho se ha ido corrigiendo, a veces con leyes nuevas y muchas otras veces por las decisiones de los jueces. Las nuevas aspiraciones del derecho criminal son la humanización, la transformación y que todos, sin importar quiénes sean penalmente responsables por lo que hacen tanto como el que nada ha hecho sea reconocido como inocente.

Sin embargo, estas ideas que tienen por lo menos un siglo permeando el Derecho Penal no se reproducen de manera automática ni universal. Muchos son los pensadores y habladores de la derecha que como especialistas en el doble discurso, la manipulación y la sinvergüencería, gritan y gritan para clamar el privilegio para que sus niños blancos nunca sean culpables de nada. Por ello, juran la muerte de otros por redes sociales y festejan cuando no sueñan con disparar ellos mismos a mansalva contra los morenos que se declaren libres. Su visión de clase dominante les condiciona y se creen tanto con el derecho de explotar a la señora que trabaja en casa como de justificar actos horrendos como la tortuosa muerte de Robert Serra, sometido a un asesino a sueldo que lo mató por hablar y por saber, que en su cuerpo reposaban esperanzas de futuro.

Hace mas de dos años que vengo sosteniendo lo anterior: nuestra sociedad debe ser democratizada y eso exige una reforma penal suficiente y un nuevo discurso hacia la criminalidad garante de los derechos de los victimarios pero con las máximas garantías de reparación y justicia para las víctimas.

Así las cosas es justo no olvidar que el asesinato de Robert Serra ha de ser tratado como el crimen mas grave ocurrido en la historia de esta República. Puesto que si en el pasado mataron a Fabricio Ojeda, quien fue diputado, éste no lo era al momento de ser asesinado. También asesinaron a Carlos Delgado Chalbaud cuando estaba entre ser y no ser candidato a la Presidencia pero que no era Presidente.

Así, en nuestra historia nunca nadie había dado muerte a un Diputado en ejercicio. Como Diputado, era miembro de la Asamblea Nacional, principal Poder Público del Estado. Era poseedor de inmunidad parlamentaria y depositario de las voces de una comunidad. Por ello, objetivamente para el Derecho Penal, el homicidio alevoso de Robert Serra es el delito mas grave de nuestra historia republicana.

Hacer justicia a Robert Serra no se agota en recordarlo, ni en que los autores materiales paguen penas de prisión por sus hechos, requiere dimensionarlo en la historia y atar de su nombre la llama del grito de un eterno “¡Nunca mas!”

@anicrisbracho
Caracas