No logro meterme en el cerebro de quienes creen que lo único que hay en la oposición son las bandas de choque, entrenadas y preparadas para ejercer la violencia contra la propiedad pública y para asesinar guardias nacionales y policías.
Existen esas bandas. Lo sabemos todos. El tema es que se ha abierto el diálogo y vale la pena hacer un ejercicio de memoria para recordar cómo llegamos hasta esta situación, cómo se construyó y cómo desmontar los mecanismos que empujan a la confrontación y encontrar todos los temas y los enfoques en los cuales coincidimos como venezolanos.
Prevaleció hasta hace muy poco la tesis de que no había una oposición venezolana y, por ello, ese espacio lo habían ocupado los medios de comunicación. Comparto esa perspectiva. Era así, pero los medios necesitaban actores políticos para poder mantener su fachada noticiosa. Fabricaron una “nueva dirigencia”, supuestamente no comprometida con el pasado, que compartía la visión radical de los empresarios, acostumbrados a actuar simplemente como propietarios y jamás como ciudadanos dispuestos a mediar con sus iguales.
La creación de estos actores políticos no se podía lograr sin silenciar a quienes tenían una visión distinta. No se podía permitir ningún grado de discrepancia. El objetivo era derrotar y borrar al chavismo. Ninguna aproximación a la cordura fue tolerada. Si no entrabas en la locura golpista, eras execrado.
Efectivamente, cualquier rasgo de sensatez de la oposición fue enterrado, perseguido y silenciado. ¿Han visto ustedes cuáles han sido las opiniones de Eduardo Fernández, Claudio Fermín o Leopoldo Puchi? No, solo las encontrarán en sus columnas, pero no aparecen como noticia en ningún medio y menos en los medios abiertamente antichavistas. Allí solo son noticia las voces de oposición que sueñan con una victoria y un brindis sobre las ruinas y la sangre.
La oposición tiene mucho mas que sus locos. Allí hay gente respetable y responsable que tiene mucho que decir y que sabe que el chavismo tiene en sus propósitos el conjunto de valores con los que siempre han soñado todos los venezolanos de a pie. Esa es una noción que no pueden eludir y que entienden tiene un peso determinante en el diálogo.