La ministra para la Comunicación y la Información, Delcy Rodríguez, publica en su cuenta de la red social Twitter, un link que vincula a un trabajo de Gabriel García Márquez -fallecido en México este jueves- sobre el líder la Revolución bolivariana, Hugo Chávez Frías.
«El enigma de los dos Chávez- Gabriel García Márquez http://peq.cc/doschavez» puede leerse en @DrodriguezMinci.
Se advierte al final del relato que fue «publicado originalmente en la revista Cambio de Colombia, a partir de un viaje de G. García Márquez junto a H. Chávez en febrero 1999, poco antes de asumir como presidente de Venezuela».
Rodríguez sugiere su consulta haciendo clic AQUÍ
Parte del trabajo de quien fue Premio Nobel de Literatura 1982, reseña que el venezolano «Estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe?»
Admitió por entonces el colombiano que increpó a Chávez Frías en los siguientes términos: “Usted estuvo a punto de matarlo”, al referirse a Carlos Andrés Pérez, presidente de Venezuela el 4 de febrero de 1992, fecha de la insurrección militar que ese día comandó el barinés.
“De ninguna manera”, le contestó Chávez en tono de protesta según expresó el Gabo, quien seguidamente reveló la intención de aquel movimiento, en palabras del teniente coronel: “La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles”.
El interesante escrito de Gabriel García Márquez culmina de la siguiente manera: «El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: “Nos vemos aquí el 2 de febrero”. Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más».