Todo el pueblo debe unirse a los esfuerzos de los campesinos por la liberación de la semilla y contra la propiedad intelectual de los semilleros, instó Eduardo Samán, especialista en propiedad intelectual y militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Samán alertó sobre la campaña en contra de la Ley de Semilla que tiene como argumento que en el país las variedades no están protegidas. “Esa es una trampa caza bobos, porque el pueblo puede desarrollar sus semillas y ese instrumento legal es un avance porque impide su privatización”, resaltó durante el conversatorio Expediente Monsanto, en el marco de la jornada mundial contra la trasnacional agroalimentaria, efectuado en la Universidad Simón Rodríguez, núcleo El Valle.
Monsanto es una multinacional estadounidense productora de agroquímicos y biotecnología destinados a la agricultura que tiene dominio del mercado en muchas regiones del planeta, explicó Samán, farmacéutico y profesor universitario, durante el encuentro en el que participó la ministra del Poder Popular para Agricultura Urbana, Lorena Freitez, y la rectora de la universidad, Alejandrina Reyes.
Toda trasnacional busca el dominio sobre el negocio, esto se repite mucho en la industria de los medicamentos y los alimentos. “Si tiene la exclusividad sobre el producto, le invierte dinero con marketing y se multiplican las ganancias”, explicó Samán
POSICIÓN DE DOMINIO
Esta multinacional de la agroindustria fundamenta su dominio de negocio en la propiedad intelectual, certificados y sistemas sui géneris de protección de sus marcas. “Con eso logra tener el monopolio la semilla y ésta determinada el resto del paquete, desde el uso de pesticida, el herbicida hasta el fertilizante. La siembra viene atada con todos los productos, sin los cuales la cosecha no es exitosa”, explicó Samán.
Esta relación está “tan amarrada” que hasta la maquinaria debe ser la indicada por la transnacional de manera de poder procesar el producto. “Como la trilladora en el caso del maíz”, puntualizó el exministro de Comercio, durante el gobierno de Hugo Chávez.
“Después viene el producto que está determinado por un patrón de consumo. Nosotros consumimos harina precocida de maíz blanco, no de plátano, ni de yuca, porque estamos signados por unos gustos impuestos por la cultura de masas”, se lamentó.
El profesor universitario dijo que la legislación de propiedad intelectual involucra los estándares de calidad y los patrones de consumo.
CONFLUENCIA DE MOVIMIENTOS
En la jornada efectuada en Venezuela en contra del proceso de transculturización agroalimentaria, en la que Monsanto es un actor determinante en el mundo globalizado, participaron movimientos campesinos, urbanos y académicos que promueven una alimentación de vuelva las raíces culturales y se desligue de los patrones impuestos desde las grandes trasnacionales.
En la Universidad Experimental Simón Rodríguez no solo se denunció las “artimañas” de Polar para imponer sus marcas, sino sus alianzas con las transnacionales como Monsanto.
También se resaltó la confluencias de los movimiento populares del campo y la ciudad que motorizaron la lucha política por la aprobación de la Ley de Semillas y ahora diseñan el plan popular de semillas, como estrategia soberana para enfrentar la guerra económica.