La guerra económica desatada por la oligarquía comercial importadora contra el pueblo venezolano ha sido sistemática, envolvente y multifacética. Al comienzo del año su estrategia fundamentalmente apuntó a la caotización de los sistemas de producción y distribución, que controla en una proporción mayoritaria de entre 80% y 90%.
Con ello generaron escasez, especulación, enormes colas y angustia en el grueso de la población. En paralelo se desató otro de los demonios de este ataque contumaz, como ha sido el bachaquerismo, tanto el de pequeña escala, como el corporativo. Lo que a su vez ha dado pie para el contrabando de extracción y el incremento desmedido de los precios en porcentajes de atraco que oscilan entre 3.000 y 4.000 %.
El Gobierno Bolivariano ha realizado un esfuerzo heroico mediante la organización del pueblo en los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Esta medida de emergencia, aunada a la Gran Misión de Abastecimiento Soberano, ha posibilitado en alguna medida la contención de las mafias bachaqueras y ha garantizado el acceso de la población a los rubros de primera necesidad.
A partir de la segunda mitad del año, nos ha tocado presenciar atónitos cómo los actores de la guerra económica se han esmerado por bloquear financieramente a la República y atacar a mansalva nuestro tipo de cambio para desestabilizar el signo monetario nacional.
Por esta vía han infligido un daño tremendo, manipulando a su antojo la paridad cambiaria. La mas reciente faceta ha sido la guerra por el circulante y el saboteo abierto de los sistemas de pago electrónicos, justo en las fechas dcordovaster@gmail.comdecembrinas, cuando históricamente se incrementan las transacciones comerciales.
No se detienen ante nada, pero lo mas insólito es que le endilgan al Gobierno Bolivariano los daños generados por su ensañamiento y hay gente que se lo cree. La guerra es a muerte, pero vamos a vencer. ¡Feliz Navidad Venezuela!