Por Oliver Reina|Para canalizar la tensión (Opinión)

Recientes acontecimientos demuestran que han continuado en aumento los niveles de tensión social y no parecen acompañarse de medidas lo suficientemente contundentes para que ésta se reduzca. Si, se han tomado importantes medidas para paliar algunas de las consecuencias con las que los ciudadanos de a pie nos tropezamos, pero aun falta por hacer. Si a ello le sumamos que toda tensión -incluída la social- exige canales de drenaje, necesariamente hay que concluir que o éstos se fomentan de manera controlada o pueden abrirse espontánea o intencionalmente, no siempre con resultados previsibles y positivos. Veamos esto con mas detalle.

En muestra de infinita paciencia, el pueblo ha sobrellevado abusos como los de los bachaqueros que se aprovechan de las necesidades humanas más elementales, los de la violencia tanto en su expresión mas cotidiana como en su cara delincuencial, los de los abusos inflacionarios aparentemente sin control… día a día los ciudadanos comunes nos enfrentamos a múltiples atropellos y estóicamente, casi siempre soportamos y superamos las situaciones adversas con las que nos cruzamos.

Justamente es en este “casi siempre” que se encuentra la clave. Aunque en Venezuela es ley el principio de corresponsabilidad propio de la democracia participativa y protagónica, no debe corresponder al ciudadano asumir responsabilidades que son propias del Estado y sus instituciones. Por citar solo algunas dimensiones, así sucede con la administración de justicia, que deben proporcionarla oportunamente los tribunales y no cada quien; con el orden público, que deben cuidarlo de manera ejemplar las fuerzas policiales; con el abastecimiento de bienes y servicios, que debe proveerlo una alianza complementaria entre públicos y privados con la garantía de los primeros; y la garantía y respeto de la legalidad, que debe emanar del Poder Legislativo y concretarse a través del Poder Ejecutivo, en alianza necesaria y complementaria para que la sociedad avance con la mirada fija en el bien común.

Pero siguiendo estos ejemplos, una alta tasa de impunidad, ciertos policías que no cumplen con su deber, un desabastecimiento generalizado y una confrontación permanente entre los modelos de país que por cada lado promueven el Ejecutivo y la Asamblea Nacional (AN), dan cuenta que ninguna de estas dimensiones funciona como debe.

Que cada instancia funcione, drene canalizadamente la tensión y solucione problemas en beneficio de todas y todos es lo deseable y necesario para vencer la desesperanza. No hacerlo es abrir posibilidades para que la tensión drene manipuladamente (como cuando la MUD promueve protestas ante las sedes del CNE por el tema de las planillas o de Corpoelec por las afectaciones eléctricas) o mas peligroso aun, de manera descontrolada, como cuando los ciudadanos de a pie deciden agredir comercios y hacerse violentamente con bienes, en parte por la frustración acumulada ante los altos precios, en parte por que la imagen de algunos comerciantes especuladores, terminó culpabilizando simbólicamente a todos por igual.

A todos nos convine que el Estado actúe contundentemente y la tensión se canalice en el marco de la institucionalidad. Por ejemplo, el presidente Nicolas Maduro en octubre de 2014 vía Decreto Presidencial prohibió la venta informal de artículos de la cesta básica -en dos platos, a los bachaqueros- y en año y medio no solo continuaron sino aumentaron, muchas veces ante la mirada impasible de las fuerzas policiales.

En definitiva, o la tensión se canaliza poniendo orden o con doloroso desorden, puede buscarlo y seguramente no encontrarlo.

@oliv22