A finales del siglo XX y comienzos del XXI varias empresas transnacionales de hidrocarburos contrajeron contratos de venta de petróleo a futuro que no pudieron cumplir, por lo que los organismos reguladores del sistema financiero en el que cotizan iniciaron una investigación, dando por resultado que las estimaciones de reservas no eran correctas.
La metodología de reservas probadas no había respondido a las exigencias del momento, por lo que se decidió para la seguridad de las estimaciones y el resguardo de los inversores en el sistema financiero introducir la metodología para el cálculo de “reservas certificadas”, lo que asegura la completa seriedad de los despachos del hidrocarburo líquido en volumen, calidad y tiempo convenidos.
El método de reservas probadas se sigue utilizando dentro de las empresas pero para las transacciones financieras la certificación es un requisito insoslayable. Venezuela cuenta con las reservas certificadas más grandes del mundo, con total valor financiero para la industria nacional y los socios extranjeros, bajo la figura de producción a futuro.
Las reservas de esquisto no tienen valor para una compañía petrolera desde el punto de vista financiero dado que no es catalogado técnicamente como petróleo, por lo que deben cotizarse dentro de una empresa productora de esquisto.
Comparar el valor de reservas certificadas de petróleo con cualquier especulación de nuevos yacimientos de esquisto no guarda parangón alguno por la disparidad de los negocios respectivos, ni varia el hecho consumado de que en los países no OPEP por cada 15 barriles producidos, vendidos y consumidos de petróleo solo se descubre uno.
Pdvsa es la empresa más sólida del planeta por ser la primera en reservas, mientras las grandes transnacionales ven reducir las suyas del hidrocarburo líquido, produciendo en yacimientos descubiertos hace más de 20 años como promedio. La valía de una empresa petrolera se da en función de sus reservas de petróleo.