Guerras del pueblo | Pueblo-Chávez y Maduro (Opinión)

La figura del comandante Hugo Chávez se mantiene en el centro del debate político como si no hubiese transcurrido el lapso de dos años desde su desaparición física. Y ello es comprensible en dos sentidos.

De una parte, el pueblo humilde y mayoritario de Venezuela que por décadas -quizá desde la desintegración de la Gran Colombia y desplome del sueño de Equilibrio del Universo, así como del cese del ímpetu abolicionista y políticas de reparto de bienes nacionales impulsadas por el Libertador-, esperó pacientemente, esperó, ese pueblo, por algún gobernante que se mantuviese fiel a sus promesas sociales.

Así, campaña electoral tras campaña electoral, y revolución armada tras revolución armada, a lo largo de los siglo XIX y XX, encabezadas por terratenientes o banqueros trocados en caudillos y profesionales del discurso -desde los tiempos de José Antonio Páez o Raimundo Andueza Palacios hasta el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, y del doctor Rafael Caldera- al fin encontró, este pueblo humilde, una figura que recogiera el guante del reto descomunal que implica la deuda social acumulada década tras década, sin que terminara plegado al cortejo de terneras, obsequios y negociados de las oligarquías.

De otra parte, la figura de Chávez encarnó en nuestra historia esa voluntad singular de dar cara a las agresiones de grupos tradicionales de poder, internos y foráneos que jamás admitirán se les diga que llegó la hora de su desplazamiento, y que deben dar paso al protagonismo de nuevas capas sociales y liderazgos honestos e insobornables.

Las castas importadoras que por un siglo acapararon las divisas derivadas del petróleo, así como los grupos que controlan con abuso de posición de dominio la distribución de alimentos, siempre conspirarán de mil modos, para evitar que se les restrinja su voracidad a la hora de contabilizar en la caja registradora del desenfreno, los márgenes de ganancia.

De ahí que la gesta personal de Hugo Chávez se encuentra vinculada de modo indisoluble a los niveles de conciencia y movilización del pueblo, así como a la gestión administrativa del Gobierno Bolivariano que hoy conduce el presidente constitucional Nicolás Maduro. Así que, pueblo y liderazgo, ¡a mantener el estado emocional del alerta! a permanecer sobre el ring: defendiéndonos de poderosos enemigos, y depurando el proceso de cambios, frente a las tendencias disolventes de burocratismo y corrupción,

T/ Néstor Rivero