El rentismo es malo solo cuando la renta baja.
Un viejo oligarca confesaba que, en Venezuela, todas las fortunas se hicieron a la sombra del Estado.
Preguntado si la suya también, se defendió: “Ah, todo el mundo agarraba y yo no iba a hacerlo también”.
La abrupta caída de los precios del petróleo provoca súbitas tomas de conciencia y hasta nos volvemos reflexivos.
El rentismo pega más cuando se es oposición. Si se accede al poder, el estiércol del diablo sabe a cabello de ángel.