Por Gaspar Velásquez Morillo|Sacar al presidente Maduro… ¿y por qué? (Opinión)

La confrontación a lo interno de la ultraderecha en Venezuela se acentúa, son consecuencias de la elección de Henry Ramos Allup como presidente de la Asamblea Nacional (AN) y del necesario contrapeso que tienen que lograr las otras organizaciones neoliberales para optar por un equilibrio o paridad en la gestión parlamentaria y en la ascendencia social de los partidos de la ultraderecha que también se disputa la aceptación del electorado opositor, lo cual se pretende obtener con acciones y planteamientos estridentes y signados por el odio y el desprecio al pueblo en general; en ese sentido, Ramos Allup está avanzando con apenas algunos cuerpos de ventaja sobre rivales competidores de la ultraderecha con apenas dos meses en la AN.

Las agujas del reloj no se detienen y la ultraderecha refleja ahora en grande lo que en pequeño y a lo interno les generaba agudas disputas internas, sobre todo de liderazgo.

En el caso de Primero Justicia (PJ) se abre más allá de los predios de la AN y salen a realizar giras partidista hacia los estados densamente poblados que poseen un caudal electoral significativo, convocando a “deponer” el gobierno del presidente Nicolás Maduro con prédica sibilina, pero lo cierto es que PJ no tiene nada nuevo que ofrecer, e insisten sus dirigentes, sin decirlo, en el proyecto neoliberal proimperialista para Venezuela y su población pero van por conquistar gobernaciones y alcaldías para remontar la escapada de Acción Democrática (AD), este partido socialdemócrata descansa su proyección y relanzamiento de lo que haga Ramos Allup en la Presidencia de la AN.

Las demás organizaciones de ultraderecha se aprecian disminuidas y danzan a la luz de las circunstancias y del discurso que sea más altisonante y más proyectado por los medios; lo que tienen de común entre ellos es el odio visceral al chavismo o de todo aquello que se le parezca; quien dé señales de concordia, de entendimiento, de privilegiar el interés nacional, es execrado del neoliberalismo.

En sectores de filas revolucionarias estamos muy conscientes de que otra oportunidad histórica no tendremos si no recomponemos el accionar en el seno del pueblo; comprendemos también, que la ultraderecha avanza frenética con sus acciones y sus discursos en camino franco al fascismo.

La prédica de la ultraderecha descansa en las redes sociales y en asesores y expertos en manejo mediático, ya en Venezuela surge una nueva profesión “operador político mediático” que habría que ver cómo se coloca formalmente en los curriculas laborales o cómo se presentarían ante la concurrencia, pero es que hay personas que ocupan parte importante de su tiempo de vida a dar la batalla ideológica; la diferencia es que la oposición tiene selecta membresía asalariada encargada de tales tareas para que inocentes seguidoras y seguidores reboten las baterías de tips que elaboran a ocultas o que les envían desde centros de poder para generar matrices de opinión contra la Revolución Bolivariana y contra Venezuela.

Ello es para otras y otros rentable o una forma de ganarse la vida y contar con un cómodo salario desde una simple computadora o desde un novedoso celular de gama media hacia arriba. Desde filas revolucionarias y del pueblo hay que seguir dando la batalla en todos los frentes, e inclusive en el de las redes sociales y no ser reactivo de lo que dice la ultraderecha, hay que tomar la iniciativa política e ideológica.

La gran prensa opositora en Venezuela no se queda atrás, con auxilio mediático internacional, también hace su fétido aporte y se retroalimentan de las redes “sociales” en circuitos perversos de alienación y burla al raciocinio de los seres humanos; estiman desde esos centros de poder mediático que las condiciones están dadas para pulverizar de una vez por toda la Revolución Bolivariana.

Las y los opositores también aprendieron de las lecciones de los últimos años: hay que traer al presente que ya fueron víctimas de la dirigencia opositoras que las y los convocaron y las y los lanzaron a las calles de Caracas como conejillos de India el 11 de abril de 2002 para que francotiradores hicieran de la suya disparando indiscriminadamente hacia los dos bandos: oposición y chavistas, causar así gruesas cantidades de muertes y generar el caos total, en tanto la dirigencia opositora estaban a buen resguardo o viendo por la televisión los acontecimientos.

De fondo la intención fue generar una masacre y propiciar la intervención del país, así como procurar la desafección de la Fuerza Armada Nacional al hilo constitucional y la subordinación a su Comandante en Jefe, Hugo Chávez Frías. Hay que refrescar la memoria colectiva para impedir que sigan pregonando con impunidad por las redes: “Caracazo…! Caracazo…!”.

Quienes alentaron macabra acciones desde la ultraderecha el 11 de abril de 2002 gozaron de la magnanimidad del comandante Chávez porque legal y éticamente otro pudo haber sido su destino pero muchas y muchos de ellos están en libertad e insistiendo en romper el hilo constitucional y por capricho.

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela tiene que dictar la pauta a seguir con las y los reincidentes y con quienes propicien tales propósitos.

NOTA: Lamentamos profundamente el fallecimiento del camarada amigo Luis Bigott, revolucionario académico-académico revolucionario, de interesante trayectoria en las aulas universitarias como en las luchas revolucionarias en Venezuela. Nos unimos al dolor que embarga a sus familiares, amistades, estudiantes y a sus compañeros de trabajo de la Universidad Bolivariana de Venezuela.

@gasparvelasquez

QUE BUEN ARTICULO VALE,MUY ACERTADO.TENEMOS QUE ESTAR EN PIE DE LUCHA,SI PORQUE SI…ADELANTE TOD@S A LA BATALLA COMUNICACIONAL.