Por Gisela Brito, Celag|Nicaragua, 5 años más (Análisis Internacional)

El domingo 6 de noviembre se llevaron a cabo elecciones en Nicaragua para elegir al presidente, vicepresidente, 90 diputados a la Asamblea Nacional y 20 diputados al Parlamento Centroamericano (Parlacen) que tendrán mandato por cinco años a partir del 10 de enero de 2017. Según datos oficiales, con el 99,8% de las mesas escrutadas, el actual Mandatario obtuvo la reelección con un amplio apoyo. Los resultados son los siguientes: la fórmula Daniel Ortega/Rosario Murillo se impuso con el 72,5%, lo que representa diez puntos porcentuales por encima del resultado obtenido en 2011 (62%). En segundo lugar se ubicó la alianza opositora Partido Liberal Constitucionalista (PLC) con el 15%; seguido por el Partido Liberal Independiente (PLI) con un 4.5% de los votos; la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN) con el 4,3%; el Partido Conservador (PC) con el 2,3% y, por último, la Alianza por la República (Apre) con el 1,4%.

Un dato clave de estos comicios es la participación, puesto que los mismos se llevaron a cabo en un contexto de fuertes cuestionamientos por una parte de un sector de la oposición que calificó la cita de “farsa electoral” convocando a la población a manifestarse mediante una abstención masiva. Por el contrario, el oficialismo y aliados convocaron a la ciudadanía a participar en las urnas para dotar de mayor legitimidad a la contienda en la que ningún sector preveía sorpresas respecto a los resultados favorables para el actual partido de gobierno. Según el Consejo Supremo Electoral (CSE) del país acudió a sufragar el 68,2% de los ciudadanos convocados a las urnas. Cifra muy superior a la que anticipaban diversas encuestas entre ellas la de CID Gallup (empresa que opera en toda América Latina) según las cuales la abstención alcanzaría el 50%, lo cual vuelve a poner en tela de juicio la calidad de la metodología de algunas empresas para anticipar el comportamiento electoral.

En comparación con elecciones previas, el porcentaje de abstención en estas elecciones (31,8%) fue inferior al de las de 2006 (34%) y al de 2011 (42%). Si se tiene en cuenta que en Nicaragua el voto es voluntario, el dato de participación representa un porcentaje relativamente alto, similar al de otros países de Centroamérica con el mismo sistema y muy superior a otros países de América Latina con voto voluntario como Chile y Colombia.

En definitiva, la convocatoria a la abstención por parte de la oposición no parece haber influido en la participación, pues la mayor parte del pueblo nicaragüense se inclinó por ejercer su derecho al voto y no acompañó a la oposición en el intento de deslegitimar la contienda por esa vía.

No obstante, este dato debe ser matizado puesto que existen controversias respecto al cálculo, que según sectores de la oposición no se realiza sobre el universo total de los votantes sino sobre lo que el CSE denomina “padrón real”, que excluye a aquellos que no hubieren participado en las últimas tres elecciones. Este padrón está formado por 3,78 millones de ciudadanos, mientras el universo total de votantes o padrón “activo” es aproximadamente 4,34 millones de ciudadanos.

Sectores minoritarios de la oposición aglutinados en el Frente Amplio por la Democracia (FAD) y Ciudadanos por la Libertad que no participaron en la contienda han desconocido los resultados y difundido diversos informes con cifras imprecisas y de dudosa procedencia sobre la abstención que rondan el 70-80%.

Esta cuestión, así como también la negativa a acreditar misiones de observación electoral internacionales y los recientes movimientos del Gobierno para debilitar a la oposición fueron motivo de cuestionamientos a la calidad de las elecciones. Es el caso de la controvertida destitución de la Asamblea Nacional de 28 diputados opositores que si bien constituyó un proceso fundamentado en procedimientos legales (y en una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia) motivó que un sector de la oposición decidiera retirarse de la contienda poniendo en cuestionamiento la legitimidad de las elecciones.

En cuanto a la transparencia de los comicios, la jornada electoral fue monitoreada por expertos electorales de diversos países de América Latina, representantes de la Organización de Estados Americanos (OEA), y acompañantes internacionales entre los que se cuentan los expresidentes Álvaro Colom (Costa Rica), Mauricio Funes (El Salvador), Fernando Lugo (Paraguay) y Manuel Zelaya (Honduras). Según todos los reportes de observadores internacionales, las elecciones transcurrieron con normalidad y sin incidentes.

En cuanto a los resultados de la elección de diputados aún no se dio a conocer la cantidad de curules obtenidos por cada fuerza. En porcentajes, los resultados fueron los siguientes:

  • Elección de diputados nacionales: FSLN 66.8% de los votos; PLC, 14.7%; PC, 4.3%; ALN, 5.6%; APRE, 2.2%; PLI, 6.6%.
  • Elección de diputados departamentales: FSLN 65.7% de los votos; PLC, 15.3%; PC, 4.5%; YATAMA, 1.2%; ALN, 5.6%; APRE, 2.9%; PLI, 4.8%.
  • Elección diputados Parlacen: FSLN 68.6% de los votos; PLC, 14.13%; PC, 4.3%; ALN, 5.5%; APRE, 1.8%; PLI, 5.7%.

Con esta victoria, el FSLN robustece su posición como la fuerza política hegemónica en el país. Esta hegemonía se sustenta en una amplia red de alianzas que el Gobierno de Daniel Ortega mantiene con otras fuerzas políticas de diverso signo ideológico, con parte del movimiento sindical y con el sector privado que apoyan un modelo de desarrollo que en los últimos diez años ha transformado la fisonomía del país. En claro contraste con lo que sucede en países vecinos de la región, Nicaragua se destaca por la ausencia de elevados índices de violencia y de migración masiva hacia EEUU. En el área económica el país mantuvo en la última década altas tasas de crecimiento que se tradujeron en una fuerte reducción de la pobreza y en mejoras estructurales para la población mediante la implementación de una política social inclusiva. Aún en un contexto de restricción externa, en el período 2009-2014 la pobreza se redujo en 13 puntos porcentuales (de 42.5 a 29.6%) según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo. Datos de la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg) indican que en el mismo periodo el consumo per cápita de los hogares más pobres creció a un mayor ritmo que el del resto de los hogares, lo que señala que “el crecimiento ha sido inclusivo y favorable hacia los pobres”.

En tiempos en que los intentos de restauración conservadora tienen cada vez más protagonismo, esta contundente victoria del FSLN es una expresión de que no todo son vientos de cambio en América Latina.

T/Gisela Brito
Celag
F/Agencias