Actividad infantil en los espacios abiertos de la Hacienda la Trinidad|Niñas y niños disfrutaron una mañana llena de cuentos, poesía y música con Toña Pineda

Este domingo en la mañana más de 30 niñas y niños con sus representantes se congregaron en los espacios abiertos de la Hacienda la Trinidad para escuchar los cuentos de Toña Pineda, una narradora oral que ya tiene más de 10 años dedicada al oficio de compartir historias con todo el que quiera escuchar.

A Toña Pineda le brillan los ojos al contar cuentos; en pocos minutos su histrionismo hizo que las y los curiosos que por timidez no se habían acercado, se incorporaran en una gran lona de colores donde adultos e infantes escuchaban con atención la historia original que explica la causa por la cual los conejos tienen orejas largas y patas traseras grandes.

El conejo quiere ser un animal muy grande, como el león o el elefante, pero Dios le deja claro que por su “viveza” mejor es que se quede de ese tamaño, “si no, imagínate lo que serías capaz de hacer”. Hay una sorpresa manifiesta al escuchar la causa de la anatomía de uno de los animales favoritos en la literatura infantil. Es el primer cuento de la jornada.

Algunos de los cuentos son de su autoría; muchas caraqueñas y caraqueños ya los conocen, pues su trabajo en distintos espacios públicos ha sido constante, aunque no muy visibilizado. Ya sea como cuentacuentos o como payasa del grupo Doctor Yaso, Toña Pineda es una agitadora de la imaginación.

Las niñas y niños participan en el primer cuento. Toña Pineda les hace preguntas, los involucra en la historia del conejo para que la ayuden a completarla. Cuando un infante la interrumpe le escucha con atención. Todos los presentes ríen con las ocurrencias de la narradora que sin imposturas introduce a la narración expresiones de la cotidianidad para que la literatura sea un hecho más cercano.

Pineda, después de cada cuento, canta una canción; pero no cualquier canción, ya que son en sí mismas otros cuentos que el público asistente recibe con emoción. Las y los infantes aplauden acompañando las melodías, mueven sus cabezas al ritmo del cuatro que Toña Pineda toca.

La jornada continuó con un poema del famoso libro Chamario del poeta venezolano Eugenio Montejo. Pineda explica brevemente quién es Montejo, recomienda este libro a todas las niñas y niños e inmediatamente advierte que la intención de este poema-canción es “jugar con las palabras”.

Pineda necesita ayuda. Las y los presentes tienen la tarea de completar los versos del poema que recitará la narradora. “Hay poemas cuyos versos riman, pero también hay otros que no riman”. El poema de Montejo es una invitación a inventar, a imaginar más allá de lo común.

Pineda comienza a cantar, al final de cada verso el público adivina la palabra que rompe la rima con el verso anterior. Todas y todos quieren participar. Hay equivocaciones, sorpresas, chistes, risas. Se logró el objetivo: todas y todos inventaron disparates.

Llega el turno de contar la historia del morrocoy, esta comienza “cuando en el mundo no había nada”, solo tierra, a partir de ella nace este animal con una caparazón hecha de barro.

El morrocoy que quiere volar le pide al zamuro que lo suba hacia las nubes, pero el ave huele muy mal y el anfibio critica sus malos hábitos de higiene. El zamuro, molesto, lo lanza desde las alturas y su caparazón se rompe en 123 pedazos. Alguien no identificado que mira desde el cielo, baja para restaurar la coraza. Así nace la verdadera caparazón del morrocoy. Este es otro cuento que sorprende a las niñas y a los niños quienes demuestran con sorpresa el desconocimiento de este origen.

Pineda cierra su presentación con una versión adaptada del famoso cuento la pulga y el piojo. Con cuatro en mano la narradora canta la historia de amor de estos pequeños insectos que a pesar de su anhelo de unirse en matrimonio, se dan cuenta que no tienen dinero para los preparativos de la celebración.

Esta sí se la saben las y los presentes. Acompañan a Pineda en el canto y ésta les pide ayuda nuevamente para incorporar nuevos elementos a la historia. Todas y todos vuelven a participar. Pineda es experta en hacer que todo el mundo se incorpore de alguna manera a la jornada cuentera.

Más de media hora de cuentos mantuvo a las y los asistentes en completa atención, sin celulares, sin videojuegos ni televisores. Tan solo la narración, la música y el ánimo de adentrarse en nuevas historias hicieron disfrutar a niñas y niños la mañana de ayer al aire libre.

T/ Diana Moncada
F/ Ángel DeJesús
Caracas