SÍNTESIS
POR: HUGO CABEZAS
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Tomamos prestada esta frase que, la juventud contestataria del mayo francés (1968), plasmara en una pared del municipio o comuna de Nanterre, albergue de la Universidad de París X. Cuya autoría es atribuida al extraordinario artista francés Antoine Artaud.
Y es que, a decir verdad, nada es más anormal que el mundo de la política. La manera de hacer política, de algunos políticos, ha trastocado todas las teorías sobre la forma de hacer política.
Por lo que la política ha dejado de ser un arte. Un arte ejercido por humanos para humanos. Por tanto, un arte profundamente racional.
Si damos una mirada a la forma cómo se esta ejerciendo la política, como se esta realizando el acto político, nos encontramos con que este ha sido despojado de su racionalidad. De su razón de ser.
La explicación de ello podemos encontrarla en la sobreposición de los intereses económicos por sobre los sociales, culturales y políticos.
Y no es que, entre lo económico y lo político, no haya existido una relación permanente. Por el contrario, si algo caracteriza al régimen capitalista es, precisamente, la existencia de una estrecha relación entre ambas; solo que, en los tiempos actuales, en los del capitalismo neoliberal, la manera como este pueda imponerse al resto de la sociedad es a través de la absolutización del mercado.
He allí la explicación por que algunos jerarcas del mundo empresarial, han asumido directamente la conducción política del Estado.
Donald Trump es el más claro ejemplo de ello.
Y es que, las clases dominantes de los Estados Unidos, han entendido que la única manera de recobrar la condición de potencia hegemónica en el mundo, es a través del manejo directo del Estado. El ensayo con Clinton, Bush y Obama no dio los resultados esperados. El Consenso de Washington y las medidas de ajuste económico emprendidas desde los años ochenta, no recobraron su función.
Por lo que, el acto político -y la política toda-, tenía que ser concebido de otra manera e impuesto por otros métodos.
La fuerza que otorga el poder militar se convirtió de nuevo, en el principal instrumento para imponer su hegemonía.
Y, para alcanzar este objetivo, le ha otorgado a la mentira una dimensión estratégica. Por lo que, la mentira -en su caso-, no es una ocurrencia propia de la picaresca del ser humano. No. Los gobiernos de Estados Unidos, el imperio, la ha convertido en un arma, en una poderosa arma.
Para ello, se ha valido del control de los medios de comunicación a escala universal.
Para ello, acusa a las demás naciones y gobiernos de ser lo que ellos son.
Para ello, ha terminado de despojar de su carga humana a los principios de democracia, libertad, igualdad, justicia, etc., que la Ilustración les asignó.
En nombre de estos matan, invaden, bombardean, dan golpes de Estado, bloquean, asedian, a quien no se arrodille ante ellos.
Su uso de la mentira es tan grande y permanente que, incluso, entre ellos se desmienten.
Sirva de ejemplo este botón:
«El domingo en la noche, la embajadora de EEUU, Nikki Haley, anunció que EEUU impondría más sanciones a Rusia en repuesta a su apoyo al régimen de Assad en Siria. Menos de 48 horas después, la Casa Blanca echó para atrás las declaraciones de Haley, diciendo que «estaba confundida» a lo cual ella respondió «yo no me confundo».
Por eso, no es el hombre, el que se ha vuelto anormal, es el mundo capitalista el que es anormal y nos quiere volver locos.
“Con la verdad ni ofendo ni humillo”.
Pots scriptum:
Julio Borges, dijo a los medios de comunicación que había asistido a la Cumbre de las Américas, invitado por los parlamentarios peruanos. Hasta donde se sabe, dicho foro es de mandatarios y jefes de Estado. Es tan poco serio que, no ha dejado de ser “chifle”.
Por cierto, la declaración emitida contra la dignidad del pueblo venezolano, contó con el apoyo de 16 gobiernos. En la OEA habían logrado 18 apoyos, se les fueron 3. Están bajando “como el queso fresco”.
Algunos gobiernos comienzan a “recular”, saben que Maduro es imperdible.