Por Marcelo Barros|Nosotros, el otro y la tolerancia (Opinión)

En estos días en Brasil y en algunos otros países del continente volvimos a los tiempos de la dictadura militar, sin militares. Estos no necesitan ya intervenir, pues hay civiles para garantizar los privilegios de la élite y la negación de los derechos de los pobres. La policía aprisiona y golpea estudiantes de menor edad solo porque protestan contra una ley injusta. Campesinos son secuestrados. Y los grandes medios hacen que el pueblo de las calles acepte prisiones ilegales, torturas y hasta asesinatos.

Como la realidad es esa, bueno es recordar que anualmente la ONU consagra el 16 de noviembre como «Día Internacional de la Tolerancia». El término es ambiguo ya que nadie quiere ser objeto de tolerancia. Se tolera lo que no se puede evitar. Queremos mas respeto y diálogo entre los diferentes. Eso supone una Ética, en la cual el otro es siempre sagrado. Jamás podemos dejarnos involucrar en una ola de violencia y demonización del otro.

En una época en la cual Theodor Adorno proponía la educación como medicina en contra de la barbarie, el mundo empezó a conocer a Emmanuel Lévinas, un pensador judío, de los mas grandes filósofos del siglo XX. En este mes de noviembre, fecha de su nacimiento, círculos filosóficos de Europa recuerdan lo esencial de su pensamiento.

Lévinas es el filósofo de la alteridad. Enseñaba que el ser humano se descubre llamado a la justicia y a la solidaridad, crece como persona y solo se hace maduro y plenamente humano al ver el rostro del otro y sentirse responsable por él. Es el encuentro con el otro y la aceptación del diverso que crea en lo mas profundo de cada una/uno la dimensión ética.

Descubrir el rostro de la otra persona puede revolucionar nuestra forma de ser y cambiar nuestras posiciones sociales y políticas.

En las sociedades capitalistas, muchas veces, los trabajadores que limpian calles, que atienden en puertas de edificios y ascensores parecen personas invisibles o sin rostro.

Eduardo Galeano cuenta que preguntó a un venezolano pobre por qué votaba por el presidente Hugo Chávez. El hombre respondió: “Para no volver jamás a ser invisible”.

Para quien es cristiano, el rostro del otro es signo y sacramento del rostro divino de Jesús, principalmente, la figura de las personas empobrecidas y marginadas. En estos días, el papa Francisco tuvo su tercer encuentro con representantes de movimientos sociales. Quiso escucharlos y darles apoyo en sus luchas pacíficas por un mundo mas justo, donde todos tengan tierra, techo y trabajo. Esa es la base de una nueva humanidad.

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