Por Alí R. Rojas O.|Nuestro Popule meus (Opinión)

Posiblemente entre los Popule Meus más interpretados mundialmente estén los del compositor abulense Tomás Luis de Victoria (1548-1611), el italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594) y el húngaro Lajos Bárdos (1899–1986). En Venezuela, el de José Ángel Lamas, escrito en 1801, es una de las partituras más emblemáticas al punto que resulta inimaginable una Semana Santa sin ella. En muchos lugares del país el cura canta los versos de los reproches en el Oficio de Viernes Santo, mientras que el pueblo se une en los responsorios o estribillo al compás de una banda musical, muchas veces, exquisitamente desafinada.

El maestro José Ángel Lamas nació en Caracas el 2 de agosto de 1775 y murió el 10 de diciembre de 1814 a los 39 años. Fue alumno de Juan Manuel Olivares y miembro del grupo de compositores de la Escuela de Chacao. En 1789 ingresa al coro de la catedral, en una plaza vacante de tiple, hasta el 9 de noviembre de 1796. El 2 de junio de ese año el obispo lo llama a que toque el bajón, antecesor del fagot, en la tribuna de la catedral. En la Escuela de Santa Capilla que lleva su nombre se conservan 42 obras, entre éstas, El premio a tus virtudes, Sepulto domino, Misa en Re, Benedicta et Venerabilis y Ave Maris Stella.

El Popule Meus es una Improperia, es decir, un canto antifonal de preguntas y respuestas, que expresan las protestas de Jesucristo. Según Patrick Morrisroe (Improperia. The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910), los improperios son los reproches que “se hace pronunciar al Salvador en contra de los judíos, quienes, en recompensa por todos los favores divinos y en particular por la liberación de la esclavitud de Egipto y un salvoconducto hacia la Tierra Prometida, le infligieron las ignominias de la Pasión y una muerte cruel”.

El texto reza: “Popule meus, quid feci tibi? Aut in quo contristavi te? Responde mihi! (Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿en qué te he molestado? ¡Respóndeme!) (Miqueas 6:3). Quia eduxi te de terra Ægypti: parasti Crucem Salvatori tuo (Porque te saqué de la tierra de Egipto, preparaste una Cruz para tu Salvador) (Miqueas 6:4)”.

La pobreza llegó temprano a Lamas hasta que le quitó la vida. La penuria cercenó su esperanza en bondades materiales, pero no su servicio a Dios. La iglesia, para la que trabajo toda su vida, nunca le ayudó a salir de la miseria. Fue enterrado en la antigua iglesia de San Pablo (Hoy Teatro Municipal) gracias a las limosnas del pueblo, el mismo que llora con ese poema armónico que despierta en el alma la afligida y venerada memoria de quien sufre por darle la libertad a su patria y lucha por la redención de la humanidad.

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