Por Luis Pino|Ocho minutos no nos silenciaron (Opinión)

A pesar de que intentaron imponer ocho minutos de discurso a cada jefe de Estado y de Gobierno en esta VII Cumbre de las Américas, sobre la base de un discurso “desarrollista” y bajo el formulismo de la vieja diplomacia ramplona del mundo capitalista occidental, se impuso la verdad.

La mayoría de las naciones, 30 de ellas, llamaron a las cosas por su nombre y advirtieron los peligros que se ciernen contra la paz en la América Latina y caribeña, por culpa del imperio decadente de Estados Unidos, en colaboración con sus lacayos, quienes todavía no logran entender que se ha abierto un nuevo mundo, multicéntrico y pluripolar, cuyos territorios son de vida y paz, sin hegemonías imperiales, sin genocidio, sin crímenes de lesa humanidad, sin asesinatos de afrodescendientes, sin más desaparecidos como los de Ayotzinapa.

Por una parte, los “brazotorcidos”, apuntaron al discurso desarrollista, cargado de lugares comunes como el que “hay que disminuir la brecha entre ricos y pobres”, “luchar contra la pobreza”, “luchar contra el narcotráfico”: pero sin reconocer la historia, porque al imperio decadente le incomoda y al presidente Barak Hussein Obama no le gusta la historia.

Tampoco sin detenerse en identificar las causas que han dado origen a la pobreza y mantiene a nuestros pueblos en la miseria, aunque con mucho crecimiento económico, para que los ricos sean más ricos y las transnacionales se consoliden en sus territorios, cosa que les ofendió cuando el aymara hermano Evo Morales desenmascaró el guabineo lingüístico que intentaron fallidamente imponer en el ambiente; además del llamado a atajar la hipocresía, como lo hizo nuestra Cristina Fernández de Kirchner, sin que podamos soslayar en absolutamente nada lo expresado por el comandante Raúl Castro, quien habló por todos nosotros, sin la mezquindad y el lloriqueo que al imperialismo le encanta, reforzado y ratificado en las arengas de Rafael Correa, Daniel Ortega, la trinitaria hermana Kamla Persad-Bissessar y el resto de caribeños hermanos, como Ralph Gonsalves y Michel Martelly, quienes levantaron sus voces, entre otros jefes de Estado y de Gobierno, en concordancia con el sentido discurso del presidente obrero Nicolás Maduro, pues no están dispuestos a arrodillarse frente al arrogante imperial y le hicieron sentir al imperio decadente que somos una sola nación unida y fuerte, que no está dispuesta a tolerar más invasiones y genocidios que han seguido a cada “Executive Order”, como han acostumbrado los gobiernos anteriores y el de Barak Hussein Obama.

Ellos hablaron al mundo y a nuestros pueblos, inspirados en el pensamiento libertario de nuestros próceres libertadores y solidarios con el pensamiento de Bolívar, Martí, Fidel Castro, Néstor Kirchner y Hugo Chávez.

Nada importa ya si hay declaración final o consenso. Lo importante es la América Latina y caribeña, que es libertaria y no la acallan en solo ocho minutos de participación.

Hubo otro gran triunfo: 30 de las naciones que conforman la VII Cumbre de las Américas no se dejaron torcer el brazo, ni el imperio decadente pudo atajar la apertura de lazos de hermandad y relaciones de todo tipo con los países emergentes del Brics, sobre todo, con Rusia y China, que para nuestros pueblos hace mucho rato dejaron de ser “inusuales” hermanos de este nuevo mundo. Los ocho minutos no pudieron hacer que se diluyera la presencia de la ALBA-TCP, de PetroCaribe, la Celac y de la Unasur. ¡No acallaron a la América latina y caribeña!

T/ Luis Pino
@l2pino2