La semana pasada tuve el placer de conocer a una persona de esas con las que es casi imposible dejar de conversar. Un momento de esos cuando quieres que el tiempo se detenga simplemente para continuar nutriéndote de conocimiento, vivencias, añoranzas y todo ese tipo de información que alimenta el espíritu humano.
Abordamos temas diversos como cultura, política, social, económico; sin embargo, dedicamos un tiempo extenso, dentro de lo que su tiempo y el mío nos permitió, para hablar de la pérdida de los valores en la sociedad venezolana.
En este sentido le comenté que, a pesar de mis recién cumplidos 29 años, hay momentos en los que los jóvenes que están saliendo de la adolescencia para entrar en la etapa adulta me hacen sentir como mi abuela octogenaria, porque me cuesta creer que en una de las etapas más bonitas que puede vivir una como ser humano exista tanta irresponsabilidad.
De esta manera, me pregunto ¿qué está sucediendo para que cada día sean más los jóvenes que actúan de esta manera? ¿Habrán fallado sus padres y los abuelos de éstos? ¿Cómo es posible que con un Gobierno que ha promovido la formación, ha recuperado espacios públicos y pare usted de contar, actualmente un pequeño grupo que incluye a todos los sectores sociales ande por las calles tan libertinamente?
En tal sentido, llego a la conclusión de que nosotros como sociedad, pero primero que nada como seres humanos, debemos inculcar y afianzar el amor dentro de la familia y todo círculo social, porque a pesar de que ya no somos los mismos de hace 25 años, tal parece que cada día nos dejamos arrastrar por frivolidades dejando de ser cada día más humanos.
Quizás llegó el momento de dar afecto a esos otros que han sido golpeados por la vida por determinadas razones. Tenemos que dejar de juzgar y hacer más, a unirnos a comprender la necesidad del otro sin confundir eso con la lástima. Es como canta Silvio: “…seamos un tilín mejores y mucho menos egoístas”; es como gritaba Alí: “… ¡que sea humana la humanidad!”.
Para ver el cambio que harás en el mundo es necesario sembrar esos valores perdidos. Si no podremos tener infinitos beneficios sociales, la sociedad cada día que pase irá en constante detrimento. Cosa que sería una gran pena porque si hay algo que tenemos como venezolanos es la buena cara para el mal tiempo.