Por Walter Ortiz|¡Vaya trumpada! (Opinión)

Con casi toso el establecimiento político estadounidense y mundial en contra, incluyendo el ya inocultable poder de los grandes medios de comunicación, Donald Trump, un magnate de la plutocracia de aquel país, logró erigirse como el 45° Presidente de los Estados Unidos de América, venciendo a su contrincante demócrata de manera contundente, de acuerdo a los resultados finales.

Sin entrar a calificar las posibles consecuencias fácticas de la victoria de Trump, cuestión que veremos solo con la composición de su Gabinete y la reafirmación política de sus posturas de campaña, el cataclismo político generado a partir del resultado es fruto de al menos dos aspectos esenciales.

En primer lugar, la profundización de la crisis social y económica en Estados Unidos, caracterizada por la protección cada vez mas intensa de los intereses del capitalismo financiero y el estancamiento de una clase media cada vez mas empobrecida y con poca certidumbre sobre su futuro; base sobre la cual Trump impuso su estilo, típico de la reminiscencia del “American Dream” vitoreado por Ronald Reagan.

Tal cosa se sumo a los ríos de descrédito y decepción de aquel “cambio” minimizado en cliché con el cual Barack Obama llegó a la Casa Blanca y termina con tímidas reformas que reforzaron la protección de ese capitalismo financiero generador del estallido de 2008, y la expansión conflictiva militar que ha reforzado cada vez mas la capacidad del imperio de generar problemas en el mundo, y a su vez su incapacidad para ganar una guerra de forma definitiva o controlar alguna región de un mundo cada vez mas atribulado.

En segundo lugar, el circulo vicioso en el cual ha entrado la política exterior estadounidense, incapaz de reconocer la existencia de un planeta muy distinto al que encontró presuntamente victorioso con la caída de la Unión Soviética, llevándolo a un empeñado unilateralismo expansionista con el neoliberalismo bajo el brazo, con la consecuencia lógica de un planeta cada vez mas empobrecido, cada vez mas desigual e incluso con un proceso creciente de desindustrialización de la “meca” del capital, otra de las razones esenciales del resultado del martes 8 de noviembre.

Habrá que esperar cuánto de las promesas de Trump para su pueblo serán realidad o no. En cuanto a América Latina nada indica que la política exterior se vaya a modificar, aunque probablemente las acciones económicas nos coloquen en la obligación de seguir mirando oportunidades de unión real en varios ámbitos para abordar como latinoamericanos los desafíos que el futuro nos enfrenta, tanto en nuestras relaciones con EEUU, así como los Brics y la Unión Europea. Tal cuestión para nosotros se hace cada vez mas imprescindible. El mundo neoliberal agoniza.

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