Genera indignación, dolor e impotencia las imágenes televisadas en las que aparecen miles de personas, mujeres embarazadas, hombres, jóvenes, niños, buscando refugio en débiles embarcaciones flotando a la deriva en el Mar Mediterráneo, muchos mueren ahogados intentando llegar a Europa. La mayoría de estas personas huyen de las guerras, el hambre y la incertidumbre generadas por las intervenciones militares y económicas abiertas y sutiles llevadas a cabo en los últimos años por las potencias europeas con el apoyo del Gobierno de Estados Unidos en procura mantener su hegemonía en la región.
Las reuniones de la Unión Europea (UE) para tratar el tema de los refugiados provenientes de la cuenca sur del Mar Mediterráneo anuncian medidas para conformar una fuerza multinacional para aumentar la vigilancia, intercepción y devolución de estas personas a sus lugares de origen y un plan de desmantelamiento de las mafias organizadas e impedir de esta manera el ingreso de personas por esta vía.
Esta actitud cínica por parte de los europeos señala como culpables de la tragedia a las mafias y la inestabilidad de los gobierno de la región, en un intento de evadir su responsabilidad principal en esta crisis. En honor a la verdad, la crisis del Mediterráneo es consecuencia de las denominadas “revoluciones de la primavera árabe”, denominación que intenta encubrir la desesperada política exterior europea–estadounidense para occidentalizar la región y acceder a sus recursos.
La cuenca norte del Mar Mediterráneo está conformada en su mayoría por potencias europeas como Italia, Francia, España y demás miembros de la Unión Europea, juntos forman una unidad regional multi-lingüística, mercantil, capitalista, de origen religioso judío–cristiano. Sus gobiernos están ávidos de materia prima y energía, elementos claves de la economía que solo pueden ser adquiridos mediante la ocupación y saqueos de la riqueza natural y energética que yacen en las naciones del sur mediterráneo.
Las intervenciones de todo orden por parte de Europa y su aliado estadounidense en esa región han pretendido convertir el sur del Mediterráneo en lo que América Latina significa para Estados Unidos: su “patio trasero”. En este sentido, el camino emprendido por América Latina signado por la unidad en la diversidad en todos sus aspectos señala la senda para la emancipación y la liberación de los pueblos del mundo.
¡Otro mundo es posible! ¡Prediquemos con el ejemplo!, es nuestra mayor contribución a la libertad de los pueblos árabes.