Por Alfredo Carquez S.|Dilema centenario: ¿qué hacer con la renta? (Opinión)

En los discursos de la dirigencia política del país, sea esta opositora o no, se ha hecho casi cotidiano el tema de la renta petrolera y del denominado rentismo. Tal vez el aumento de la frecuencia de estos asuntos entre quienes se supone que construyen la opinión pública nacional, obedece a la necesidad de buscar explicaciones en tiempos de vacas flacas, con la esperanza de que, al dar con la fórmula apropiada y el paso del tiempo, estas comiencen a engordar.

Pero mientras sea más caro o más difícil, por ejemplo, criar pollos en esta tierra de gracia que traerlos desde más allá de nuestras fronteras, resultará cuesta arriba salvar los obstáculos y trampas que crea el uso negativo de la renta, es decir, el rentismo.

Además de lo antes señalado hay otros factores de peso en este drama. No hay que dejar de lado la existencia de sectores, castas, grupos de poder o como se les quiera llamar, que viven de la captura de la renta generada por las exportaciones petroleras, mediante el gran negocio de las importaciones con divisas preferenciales entregadas por el propio Estado, por el ente que se supone debería promover el desarrollo de los sectores productivos nacionales.

Lo triste de esta historia es que no es vieja ni se limita solamente a la Venezuela actual. En el Pentágono Petrolero, Juan Pablo Pérez Alfonzo, cita una carta de Claudio Bruzual Serra, escrita en 1900 y dirigida al entonces presidente Cipriano Castro, en la que advierte lo siguiente:

“Como casi siempre hemos tenido la buena suerte de que el producto del café y del cacao nos produzca lo necesario para cubrir todas nuestras necesidades, no nos hemos ocupado de hacer que se establezcan entre nosotros las pequeñas industrias, para no estar cometiendo el grave pecado de introducir del extranjero hasta los artículos más insignificantes de primera necesidad, que nosotros podríamos producir mejores y más baratos que los importados. Parece increíble, General, pero así es la verdad, que nosotros compremos al extranjero: mantequilla, queso, pescados conservados, jamón, frutas en su jugo…y lo que es más grave aún, hasta maíz y caraotas. Es decir, importamos el desayuno, el almuerzo y la comida, y enviamos por ello al extranjero una suma respetable en oro, oro que tanto necesita el país…”

Esta crisis profunda que atravesamos debe ser aprovechada para tratar de despejar el viejo dilema de cómo usar eficientemente el fruto de la explotación de nuestros recursos naturales (petróleo, gas, oro, diamantes, coltán, etc.) para favorecer el desarrollo nacional y la industrialización del país, garantizando a la vez el bienestar de nuestra población.

alfredo.carquez@gmail.com

con muchisimo respeto hay que solventar las necesidades basica d pueblo alimento medicina como produccion endogena en todo y cada entidad d estado planta d produccion el pueblo los organizaciones sociales los comprometidos con el proceso toda la fuerza armada bolivariana a todo maquina para alcanzar los niveles d produccion ajustado a la poblacion real actualizada estamos habland d corto plazo tendria una inversion bastante elevada «