Afros| Haití, la primera (Temática)

LA BATALLA DE VERTIERES

Los 23 de agosto se celebra el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, proclamado por la Unesco para conmemorar la rebelión de esclavos en Haití, en 1791. Era la época de la Revolución Haitiana (1790-1804), la época de los Jacobinos Negros que influenciaron a nuestro José Leonardo Chirino y que, a su vez, estaban influenciados por las ansias natas de libertad y por las ideas de la Revolución Francesa aplicables, al parecer, solo a los blancos.

En 1801, Toussaint Louverture declaró libres a los esclavos de la isla La Española, que fue aquella isla donde puso sus pies Cristóbal Colón en 1492 para fundar el fuerte de la Navidad con los restos de la carabela mas grande de su expedición: la Santa María. Hoy en día esta isla está dividida entre Haití y República Dominicana. En 1802, el general Jean Jacques Dessalines organiza una rebelión contra los ejércitos franceses. El 18 de noviembre de 1803, Dessalines junto con otros generales vence y expulsa a los franceses en la batalla de Vertieres. El 1° de enero de 1804, Dessalines proclama la independencia de Haití.

Con esos hechos narrados en pocas líneas pero que en la realidad están llenos de ofensivas y contraofensivas, de avances y retrocesos, Haití se convierte en la primera República negra de América y del mundo, en el primer Estado independiente de América Latina y el Caribe, en una chispita que abre “nuevos horizontes por la independencia y soberanía de todas las viejas colonias de la cruenta dominación extranjera”.

La Batalla de Vertieres se convierte, como la Batalla de Carabobo para nosotros, en la batalla decisiva para la independencia de Haití.

LA NOCHE DEL JABALÍ*

Apaga la radio compañera / hay tantas cosas para conversar / no preguntes cuántas veces por segundo / mueve las alas el colibrí.

Me hablas, Ayiti, en un creole de timbales y sonajeros. En un idioma que solo da un repiqueteo entre conchas de mar. Supongo que dicen cosas serias los haitianos pero lo que se oye es música. Lo que escucho es canción. Y es canción de acentuación aguda de siglos reprimidos en la garganta profunda formada por tus mayúsculas penínsulas esdrújulas. Y ese canto deviene en grito que Jamaica no entiende y Cuba tampoco. Nadie te entiende, Ayiti.

Pregunta por ejemplo / ¿qué estamos haciendo por Haití? / ¿Que dónde queda?, dices / es un lugar cercado por la noche / en el inmenso cobalto del Caribe.

Que qué estamos haciendo por Haití, pregunta Alí. Y yo confieso que no he hecho nada mas que escribir sin saber por qué muero todos los días por Haití. Y pido perdón por éste y todos los días en que moriré sin mover un dedo por ti, Haití. No sé qué mas puedo hacer, pues no te entiendo a ti, Ayiti, ni entiendo la saña del monstruo norteño que te quiere piltrafa.

La noche en este caso / es la miseria, es el hambre / es la palabra presa / es negar el camino a la inteligencia / es negar que el obrero es un poeta.

Vejada y ultrajada. Al Norte sin mas compañía que un inmenso océano donde Poseidón y Yemayá apuestan quién mueve mas las aguas infinitas como si yo no supiera que andan en otra cosa más sabrosa. Al Este, unos carajos menos negros y menos míseros te separan del mar que te separa de la Europa vencida tempranamente; se creen mas que tú los pobres, pero qué va, es de otra manera la misma desgracia. Al Oeste, el mar Caribe o mar de las Antillas venteando en tu faz el aroma a mohito cubano y a yerba no-problem jamaiquina. Al Sur, vuelve el Caribe mar cargando serpentinas de colores latinoamericanos recogidas en islas hermanas, en las Guayanas, en Venezuela, en Colombia, en Centroamérica, para que te sientas menos triste en esa noche triste que es tu triste historia, mi triste y querida Haití.

¿Qué cuántos habitantes tiene? / Los que le quedan después de tanta masacre / ¿Que si luchan?, además de sobrevivir ¿que si luchan? / Claro que sí, pequeño amor, claro que sí / Los patriotas haitianos / andan con luces y colores en las manos / y andan florecidos / como la tierra regada por lloviznas y por cantos / Pero han luchado solos, compañera, solos / aunque andan florecidos / como andan los hombres cuando andan luchando / han luchado solos, compañera / hasta que nuestra conciencia dispare / en la lucha por liberar a Haití / hasta que el mundo se alce en una sola voz / luminosa, solidaria / Y entre todos hagamos posible la mañana / que acabe para siempre / con la noche del jabalí

Ahora sufres de amor. Sí, de amor. Con tu esperanza de vida, no es para menos. Sufres esos síntomas horribles y la necesidad urgente de morir. Eres vieja, Ayiti, la mas vieja de América Latina. Y te has enamorado con amor viejo que te arrodilla en los estertores de la muerte.

Ahora, pongámonos en marcha / que la palabra sin los pasos / es una palabra muerta / Y el tiempo nos dice: ¡avanza! / Alma profunda en llamas, ¡avanza! / Construyamos entre todos la mañana / que acabe para siempre / con la noche del jabalí.

Ahora deduzco que sí puedo hacer algo por ti, además de ejercitar el oficio de escribir. Levanto mi dedo índice para acusar al gigante del Norte. Ése que una vez concibió la ruta del Sida con una línea África-Haití, es el mismo que después dibujó la del Cólera con una línea Asia-Haití, con su misma mano y con el mismo lápiz.

No permitamos que el futuro nos pregunte / ¿Qué hicieron ustedes por Haití? / y respondamos bajando la cabeza: / los hombres que cayeron / son el número exacto / de las veces que en un siglo / mueve las alas el colibrí.

* “La noche del Jabalí”, canción escrita por nuestro Alí Primera

T/Beatriz Aiffil
I/Edgar Vargas