Por Roy Daza| Homenaje a Iván Daza

En la madrugada del 23 de enero de 1966 mi hermano Iván Ramón Vladimir Daza cayó combatiendo con su fusil en la mano, enfrentando al imperialismo estadounidense, a la oligarquía criolla, a las huestes de la derecha adeca y a la terrible represión de los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. En ese momento era el comandante de la Brigada 21 del Frente Guerrillero Simón Bolívar que luchaba con heroísmo sin par en los alrededores de El Tocuyo, estado Lara.

Iván fue el más destacado dirigente estudiantil del estado Lara en los primeros años de los 60, fue organizador de la Juventud Comunista, sus extraordinarias condiciones de orador lo convirtieron en la cabeza visible de un movimiento que abarcaba a amplios sectores sociales.

En una de las manifestaciones que encabezó, un cabillero adeco lo hiere de gravedad. Pasa a la clandestinidad. Está con Argimiro Gabaldón en el primer intento del FGSB, cae preso y sale en libertad, se entrena en Cuba junto a Pável Rondón Daza, otro de mis hermanos, ambos suben a la montaña.

Deja a su familia, a su esposa, Irma París, a sus planes de ser médico, a la escuela de música, a sus libros, a la escuela de artes plásticas, a la gente más humilde de Barrio Unión, donde vivíamos, a quienes atendía buscando agua y curando enfermos. Deja a su hija Libia y se marcha a cumplir con su deber de revolucionario, no como un acto romántico y aislado, sino producto de una confrontación profunda y por la decisión política del PCV, que fue parte de un movimiento popular que buscaba construir la democracia.

Fue un hábil político y aguerrido combatiente guerrillero, aunque apenas contaba 23 años cuando cae. El Gobierno nunca nos entregó su cadáver. Su madre, Lucía Daza, sus hermanos y su pueblo, continuaron la lucha, como siempre, en la primera línea.

dazaroy@gmail.com
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