Columna Puerto Rico mirando al Sur|Náufragos (Opinión)

África es el continente que cuenta con las mayores riquezas naturales del planeta. Es también el continente más empobrecido, en el que viven millones de personas en la miseria, la subalimentación, el analfabetismo y la insalubridad.

Un barco destartalado, cargado de africanos, acaba de hundirse cerca de las costas de Libia. Se habla de 700 personas ahogadas, huyendo de su tierra, esperanzados en poder llegar a ese otro continente llamado Europa, obscenamente rico y opulento.

Muchos no llegan a la otra orilla; pero si llegan, no son bien recibidos. Europa no quiere africanos, negros, miserables, enfermos, hambreados.

Durante los siglos XVI al XIX esa misma Europa trasladó, en calidad de esclavos y en condiciones terriblemente infrahumanas, a más de 20 millones de seres humanos robados al continente africano. No fueron tratados como humanos, sino como subhumanos-animales que serían forzados a trabajar la tierra, las minas, y generarían inmensas riquezas a cambio de casi nada.

Así se hizo rica Europa. Entonces, cuando surgieron otras fuentes de energía que sustituyeron al esclavo y a la bestia con la Revolución Industrial, África sería valiosa como fuente de recursos naturales y como mercado para el consumo de los bienes producidos en Europa. Primero fue saqueada de su gente. Luego lo sería del oro, los diamantes, los metales preciosos, las maderas; todo.

Y así llegamos al siglo XXI, a un continente cuyos habitantes, ciudadanos del continente más rico y más saqueado, se lanzan al mar, en la creencia de que al otro lado—precisamente en la tierra de quienes les han robado hasta el alma hasta hoy— van a encontrar algún consuelo, alguna sanación a su dignidad maltrecha.

Vergüenza debiera darle a Europa, tan arrogante y creída, que se ha lucrado por siglos del saqueo del mundo. Vergüenza debiera darle a ese cínico primer mundo que encabeza Estados Unidos, cuyos tesoros nacionales están manchados con la sangre de millones de africanos.

Para los pueblos hermanos de África, cuya sangre llevamos en nuestras venas afroantillanas, nuestros sentimientos más profundos de solidaridad.

*Copresidente MINH-PR