Por Marcelo Barros|Nuevos retos para la paz (Opinión)

La sorprendente noticia que el mundo recibió este octubre vino de Colombia. La consulta del Gobierno sobre el acuerdo de paz recibió un NO de la mayoría de la población. En Colombia, la guerra civil asoló el país durante mas de 50 años. Causó casi ocho millones de muertos, además de todos los problemas sociales que una guerra causa.

Para sorpresa del mundo, la mayoría del pueblo respondió NO al acuerdo de paz. Las personas decían que cualquier acuerdo de paz, incluso el mas defectuoso y problemático, es mejor que la guerra. Sin embargo, las personas que sufren no dijeron eso. La mayoría votó contra el acuerdo. Los grupos de derecha han influenciado por el NO porque no quieren convivir con los que piensan diferente. Iglesias pentecostales han predicado el NO con miedo de que la FARC-EP transformada en partido político vote en banderas morales contrarias a lo que eses grupos religiosos consideran principios cristianos. Otros piden una paz que sea mas justa. En Colombia, sin una reforma agraria integral y la garantía del derecho a la tierra por parte de los campesinos, nunca habrá paz.

Esta semana, el mundo celebra el aniversario de la ONU (24 de octubre). Es una fecha dedicada al desarme, problema que va desde la violencia urbana de cada día hasta el reto de las armas nucleares. En todo el mundo, cada día, las armas personales causan mas muertes que las guerras y, según la ONU, aun existen en el mundo mas de 26.000 misiles nucleares, listos para detonar el planeta en segundos.

Así como los terremotos tienen epicentro y son causados por la falla tectónica en las profundidades de la Tierra, la violencia tiene sus raíces en la falta de amor y solidaridad. El desarme solo puede ocurrir si lo iniciamos a través de un desarme cultural de las personas. Es urgente substituir la competencia por el diálogo y la cooperación.

Es lamentable que las religiones que deberían educar a las personas al camino de la paz han fracasado. A pesar de que siempre han predicado el amor al prójimo, las Iglesias han convivido y hasta legitimado desigualdades sociales y discriminaciones de diversos tipos.

Gracias a Dios, en nuestros días, muchas religiones colaboran con la paz a través del diálogo intercultural e interreligioso. Hace un mes, el papa Francisco reunió en Asís a 500 representantes de diversas religiones para rezar por la paz. Propuso que la unidad sea buscada en medio de las diversidades y hasta a través de las diversidades. En el siglo III, Cipriano de Cartago afirmaba: «La unidad excluye la división, pero respecta las diferencias».

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