Placeres, hechos y derechos por Yelmi Urrutia D.|Oral (Opinión)

Carnosa, húmeda, roja y letal, flexible, cálida, órgano maravilloso del cuerpo, capaz de captar sabores y esencias, de transmitir placer, amor y dulzura, también puede ser fuerte, rígida y jugar; por ella entra el primer bocado de placer… de una comida o de un exquisito cuerpo. Ella, versátil, logra besar, succionar, saborear, sentir, tocar, expresar. Ella no tiene límites o fronteras, no hay obstáculo que le impida recorrer la amplia piel, ni rozar los labios, ni abrazarse y perderse en otra lengua como ella.

Quizás no hay un acto que revele más intimidad entre personas que el toque mágico de la lengua sobre las grutas más escondidas de los cuerpos.

Prohibida y proscrita, el tocar con la lengua a otra o a otro se hace evitando las miradas que juzgan, siempre asociado al pecado, a la debilidad y a la culpa, el placer que puede generar esta pequeña pieza de nuestro ser se reserva para detrás de cerraduras bien aseguradas, para los pasajes más escondidos, para los momentos más oscuros de la noche, aquellos en los que no llega el reflejo de la luna a descubrir a los amantes.

Es que atreverse a acariciar con la lengua requiere mostrar el ansia por sentir y dar placer; es desnudarse más allá de la ropa; es exponerse; es solicitar el cuerpo de la otra o del otro, y brindar el nuestro.

La lengua es parte de esa caja maravillosa llamada boca, que puede emitir las palabras más hermosas, más sensuales, que invitan a la fusión de los cuerpos, a hacer a un lado la timidez, los prejuicios; convoca a hundirse en el placer, a olvidar las asperezas, preocupaciones y sinsabores del día, a cambio de su roce suave, tierno y a veces frenético.

¿A qué sabe el amor? ¿A qué sabe el placer? ¿Cómo es la sensación de una lengua deslizándose por los rincones más erógenos del cuerpo?

Amantes hábiles podrían responder, pero siempre es posible, alguna vez en la vida, iniciar la exploración de los cuerpos en la búsqueda de las respuestas; si no se consiguen, se experimentará al menos, algo nuevo. Nadie puede obligar a nadie a buscar un tesoro, a contemplar un paisaje, a buscar abrigo en un día frío, la oralidad, aunque llena de gozo y sorpresas, tampoco puede imponerse.

Más allá de un beso tímido, la lengua, la boca son claves en los caminos que pueden llevar a la cima del orgasmo, lo más deseado, lo más buscado y lo más censurado.

Solo se ensalza el sudor por el trabajo duro para ganarse el sustento, pero algunos pensamos que con el sudor oloroso a manjares del cuerpo, la vida suma más color.

Brindar la boca a otra, a otro, con palabras de sosiego y afecto; vivir un festín sexual desde el estímulo desarrollado paciente y fogosamente desde los labios, la lengua, la saliva, las papilas gustativas es una fórmula que solo cuesta un poco de aliento y entrega desinhibida, pero que es capaz de brindar luz a quien desee recibirla de ti.

*Bunke (Colectivo Feminista por el derecho al placer)
@bunkeplacer