A pesar de que el hoy presidente Mauricio Macri prometió amplitud e inclusión durante su campaña, y también eliminar la pobreza y continuar con la política de Derechos Humanos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, las primeras acciones indican lo contrario. Se ha instalado con una línea de represión directa, criminalizando la participación y la protesta de los movimientos de base.
Desde el 16 de enero está presa en Jujuy, una de las provincias más pobres de Argentina, Milagro Sala acusada de “instigación a cometer delitos y tumultos en concurso real”. La acusación proviene del despacho del neomacrista gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, por una acampada liderada por Milagro en la plaza central de San Salvador de Jujuy, en defensa de los planes sociales que gestiona su organización Tupac Amaru. Es indudablemente una detención política.
El Gobernador de Jujuy y el Gobierno Nacional se han unido para acallar las voces de la Organización Tupac Amaru y comenzar un proceso de aplastamiento y desaparición de la participación popular, que retrotraerá la sociedad y la política argentina a los tiempos oscuros de un pasado dictatorial.
Milagro Sala ha sido la inspiradora, fundadora y organizadora del movimiento de las mujeres y los hombres más marginados y oprimidos de la provincia de Jujuy y ha generado una acción colectiva consecuente y ejemplar, que conformando cooperativas, formando educativa y políticamente a sus integrantes, construyendo viviendas y generando iniciativas productivas ha logrado mejorar y hacer más digna y vivible la vida de muchísimas personas.
Milagro es símbolo real de la mujer latinoamericana, india y pobre que se levanta con orgullo y rebeldía, que ha vencido a los círculos de dominación ancestrales y se enfrenta a la injusticia y al poder despótico.
A pesar de que Milagro es diputada en el Parlasur en representación del Frente para la Victoria -la agrupación de Cristina Kirchner- y tiene fuero, es presa política por mujer india y militante.