Un elemento fundamental en la estrategia transnacional de inundar el mercado petrolero es la capacidad de mantener la producción del mal llamado petróleo de esquisto, lo cual depende de la relación entre reservas conocidas del hidrocarburo y su nivel de producción presente y futuro.
La Agencia Internacional de Energía en su último informe anual fija en el año 2020 el comienzo de la caída en la explotación del recurso en Estados Unidos, por lo que mantener los actuales precios conllevará a un faltante de petróleo a mediano y largo plazo producto de la paralización de los proyectos nuevos en aguas profundas y demás explotaciones de alto costo de arranque.
La reunión de la OPEP de mañana jueves 27, en la que Venezuela a la vanguardia de la organización busca un recorte en el techo de producción fijado actualmente en 30 millones de barriles diarios, es de extrema importancia para la búsqueda de un precio de equilibrio que viabilice los nuevos desarrollos petroleros y de hidrocarburos requeridos para abastecer la demanda futura.
Desde el punto de vista técnico la decisión de inundar el mercado petrolero es un absurdo que atenta contra la seguridad de suministro y la estabilidad de los precios a largo plazo, lo que hace de los intereses geopolíticos de las potencias importadores y de sus sectores transnacionales la única respuesta lógica para explicar la situación actual.
Cualquier baja en los ingresos por venta de petróleo será equilibrada en el país con un incremento en la redistribución de la renta, política constante del chavismo en el poder.
Igualmente la unidad de la OPEP es fundamental para los países que integran la organización y un abastecimiento seguro y confiable del mercado para los años por venir.