Crónicas de la Pachamama Por J. A. Rodríguez Estévez|Seguridad, soberanía alimentaria y la nueva Ley de Semillas (Opinión)

Siete de cada 10 personas que padecen inseguridad alimentaria en el mundo dependen de la agricultura familiar para subsistir. Nueve de cada 10 explotaciones agrícolas son trabajadas por familias de pequeños campesinos. A la agricultura familiar se debe el 80% del valor de la producción total de alimentos.

Lo dice el último informe publicado por la FAO sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación. Según este informe, aunque el 94% de las explotaciones agrícolas tiene una extensión que no supera las cinco hectáreas, éstas sólo ocupan el 19% de la superficie disponible para el cultivo en todo el planeta.

Por el contrario, únicamente un 1% de las explotaciones cuenta con una extensión superior a 50 hectáreas, pero ese mínimo porcentaje ocupa el 65% de la superficie total cultivable. Toda esta realidad dibuja un escenario en el que la mayor parte de la propiedad de la tierra se concentra en manos de grandes hacendados, mientras que es la pequeña agricultura la que da de comer a las amplias mayorías de la población humana.

Proteger la agricultura familiar es esencial en la lucha contra el hambre y la pobreza, cuando cerca de mil millones de personas dependen para alimentarse y sobrevivir de lo que producen en pequeñas explotaciones, al carecer de otras fuentes de ingresos.

Es necesario también para preservar la agro-biodiversidad, amenazada por el modelo del agronegocio de las corporaciones transnacionales latifundistas, el de los monocultivos, las semillas patentadas, el consumo de enormes cantidades de agua, fertilizantes y plaguicidas.

Y es crucial para fortalecer la soberanía alimentaria, pues la agricultura familiar y campesina es depositaria de los saberes ancestrales, del conocimiento sobre las semillas, las técnicas de cultivo y la mejor adaptación a las condiciones naturales locales, que la agroindustria enterró bajo toneladas de fertilizantes y agrotóxicos. Proteger ese conocimiento significa quebrar la dependencia de las tecnologías monopolizadas por las grandes firmas que controlan el negocio de la producción y la distribución de alimentos.

El proyecto de ley de Semillas aprobado por la Asamblea Nacional el pasado martes 14, supone un importante paso adelante hacia la seguridad y la soberanía alimentaria. Una ley que contribuye a proteger la agricultura familiar y campesina, y que se nutre del debate popular entre productores, distribuidores, comercializadores y organizaciones sociales.

joan.rodes@gmail.com

Como proyectista y conocedor de los Flujogramas, para la potabilizacion del agua, ademas de haber coordinado durante cinco años, la comisión de soberanía alimentaria, que activo en el Estado Carabobo, con la 41 Brigada blindada. Me preocupa la condición de los alimentos, los cuales en su producción necesitan agua, que debe ser «POTABLE» y el agua de este Estado, me refiero al agua cruda, tiene mucha contaminación y el agua potable, de las empresas debe ser examinada por profesionales del ramo, para dictaminar su estado de de completa potabilizacion, por lo tanto actualmente, que tipo de alimentación esta recibiendo nuestra población. Seria interesante realizarle fiscalizaciones, por parte del sector salud, para determinar dicho problema y corregirlo.