Por Fernando Bossi|Sepe Tiarayú (Opinión)

Al promediar el siglo XVIII indios guaraníes y sacerdotes jesuitas combatieron armas en mano contra las tropas aliadas de españoles y portugueses. Este es un hecho de la historia, más allá de la discusión que pueda existir con respecto a la obra de los jesuitas en las Misiones Guaraníes.

Desde tiempo atrás los indígenas guaraníes sufrían incursiones de los bandeirantes paulistas. Eran verdaderas cacerías de indios guaraníes, que los portugueses realizaban a fin de capturarlos y venderlos como esclavos en las plantaciones de caña de azúcar, en las minas o para el trabajo en la agricultura.

Los esclavistas, aprovechando las disidencias entre guaraníes y tupíes, reclutaban a éstos últimos para constituir verdaderos ejércitos que asolaban las misiones jesuíticas.

Por el Tratado de Madrid, en 1750, las misiones orientales quedaron bajo jurisdicción de Portugal. Los españoles ordenaron a los indígenas abandonarlas. Pero los guaraníes se opusieron a evacuar su territorio, en el que tenían casas, ganados, siembras y talleres artesanales.

Sepe Tiarayú fue el comandante de la resistencia guaraní. Lo acompañaron muchos sacerdotes que consideraban absurdo el tratado y se negaban a que los indígenas fueran entregados a las garras de los bandeirantes. Los españoles, aunque también eran perjudicados por el Tratado, no dudaron en aliarse a los portugueses ante el “desacato” de los guaraníes.

La guerra duró hasta 1756. Sepe Tiarayú y sus hermanos combatieron con heroicidad singular. Como ejército regular sufrieron más derrotas que victorias. Cuando recurrieron a las tácticas guerrilleras acosaron con mayor éxito a las tropas aliadas. Pero el 7 de febrero de ese año Tiarayú fue muerto de un balazo. Su lugarteniente Nicolás Ñanguirú reorganizó a los combatientes, y el día 10 se dio la batalla definitiva. Los luso-españoles, en la Batalla de Caibaté, realizaron una carnicería tal que puso fin a la resistencia indígena. Los pocos sobrevivientes fueron capturados y vendidos como esclavos en San Pablo.

Los indígenas de las Misiones orientales fueron prácticamente exterminados o huyeron a los montes impenetrables por los europeos.

Décadas después los indígenas guaraníes volverán a pelear contra los mismos enemigos. Esta vez bajo el mando de José Artigas y su hijo adoptivo, el líder indígena Andresito Guacurarí.

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