Por Hildegard Rondón de Sansó|Tiempo de lo instantáneo (Opinión)

Cada época tiene una serie de objetos, situaciones, frases, conceptos que les son característicos. La nuestra, esto es, el siglo XXI, con una edad adolescente, 16 años y medio, ya puede ostentar las que serán señaladas como sus datos identificadores en la Historia: a mi ver es el deseo de lo instantáneo; de lo que se obtiene sin la colaboración milagrosa del tiempo; de todo aquello que se hace de inmediato, sin tener el respaldo de horas de preparación.

El primer ejemplo significativo de este cambio fue, indudablemente, “el amor instantáneo”. Durante el romanticismo de épocas pasadas nos podíamos permitir leer una novela como Werther, cuyas páginas pasan unas tras otras, hablándonos simplemente del surgimiento del sentimiento amoroso del protagonista y de cómo va conformándose minuto a minuto, día tras días, año tras año.

Hoy en día no hay romance a tiempo indefinido: el romance es de inmediato, no importan las consecuencias negativas, que son generalmente los aterradores efectos del fracaso sentimental. Nadie se detiene ante la posibilidad de caer (como generalmente se cae) en el doloroso precipicio de una relación fallida, porque lo único que se pretende de todo es que sea ¡Ya!

Las cosas no son ni siquiera breves, sino que son instantáneas y desde el punto de vista objetivo y práctico tenemos como ejemplo el microondas, capaz de cocinar una piedra en tiempo record porque “el tiempo record” es también un elemento de nuestra vida.

En el campo de las diversiones todo gira un poco alrededor de los deportes, los cuales son modelo de “instantaneidad”, ya que se fundamentan y, allí está el éxito de cada uno de ellos, en la rapidez de la ejecución, en la velocidad del resultado.

Me ha llamado la atención que en países de avanzada tecnología la preparación de los científicos ya no se cuenta por centurias, sino que todo se logra en ciclos breves, concentrados, lo cual comparativamente con los 30 o 40 años que se requerían para formar al “sabio”, es casi una forma instantánea de formación.

Mas prodigiosa aun es la aplicación para la enseñanza de la música, de la nueva metodología moderna. No puedo dejar de recordar los años y años “duros” de la academia a la que llevaba a los niños para las clases de Teoría y Solfeo y, los tristes resultados de los primeros años. Ahora, de pronto, veo constituirse una orquesta de niños que con menos de un año de estudios musicales están interpretando la “Quinta” de Beethoven, lo cual podría correctamente denominarse como “formación musical instantánea”.

Esta nota esencial de nuestra época exige cambios en los valores y las aptitudes de las personas. Ya no son valederas la constancia y la perseverancia, sino la rápida captación de las instrucciones y conceptos. La paciencia no es una virtud, sino que el impaciente es el que tiene mejores condiciones para aprender.

Hay que darse cuenta de este cambio de los tiempos, si queremos compilar las claves del suceso, que no son otras que abreviar los momentos a como dé lugar y, con la rapidez necesaria que impida detenerse a pensar en los riesgos que se crean a nuestro alrededor.

Tenemos que saber también que, si abreviamos cada trámite de cada etapa, la vida será mas larga y habrá que rellenarla con nuevas tareas y nuevas emociones.

¡He allí el reto!, pero sobre eso aun no he meditado suficientemente y creo que es un terreno en el cual son pocos los que han penetrado, quizás porque no nos ofrece a primera vista soluciones instantáneas.

sansohildegard@hotmail.com