Al tío Sam no le gusta lo que desde hace unos años atrás comenzó a ver en la pantalla regional. Eso de que algunos pocos y luego cada vez mas numerosos habitantes de su “patio trasero” tuvieran criterio independiente a la hora de establecer su propia programación política, económica, social, y cultural, le resultó inaudito hasta el punto de quedar inicialmente un tanto paralizado.
Sin embargo, ya digerido el golpe y una vez recuperado del impacto inicial, recurre al zapping político para cambiar esa realidad con la comodidad y la velocidad que brinda el control remoto. Entonces dirige ese aparato y mueve sus piezas, por ejemplo: en Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina y, una vez mas y como siempre, en Venezuela, para pasar del canal izquierdo al que esté mas a la derecha del espectro.
Ya no quiere escuchar y menos ver pobres saliendo de la pobreza, ni analfabetas dejando atrás la oscuridad, ni medicina gratuita ni entrada libre para la música y el cine. ¡Qué se regrese al pasado!, grita en claro idioma imperial a sus socios-filiales del continente.
Y entonces se desata la campaña del mundo al revés: los medios de comunicación no informan y si lo hacen difunden las mentiras o medias verdades mas pegajosas y tóxicas posibles para que no se escapen de la mente de sus víctimas; los que viven de la violencia se presentan como víctimas, hablan de paz y reconciliación, con la misma intención que el lobo con piel de oveja; y los otrora fuertes partidos políticos son los tontos útiles, una especie de franquicia desechable de intereses corporativos ansiosos de tomar el control del poder político para administrar a nuestros países como si fueran meras empresas mercantiles.