Como lo comentó el presidente Nicolás Maduro en sus mas recientes alocuciones, parte de los instrumentos fundamentales que está implementando la Revolución para vencer la guerra económica de la que es víctima la población venezolana son la Gran Misión Abastecimiento Soberano (GMAS) y los Comités Locales de Abastecimiento y Producción Socialista soberana (CLAP).
En estos espacios diseminados y ubicados en lugares recónditos existen sobrados ejemplos de eficiencia tanto en lo que se refiere al abastecimiento como a la producción, y por si fuera poco, el propio Poder Popular va organizándose de manera autónoma para no depender tanto del Estado, además de colocar a disposición del Gobierno sus destrezas y capacidades productivas para tributar al bienestar colectivo.
Todo ello es expresión del Poder Popular empoderado como lo soñó el Gigante, desde el colectivo que produce jabones, confecciona uniformes, o realiza muñecas de trapo, hasta los funcionarios de Pdvsa Zulia que con desechos de la institución y puro material de reciclaje han desarrollado proyectos socioproductivos para transformar la materia prima y producir desde harinas hasta comida para animales, con la idea de ayudar a otros a tener su propia producción de manera mas eficiente. Es maravilloso lo que puede surgir de la doxa popular.
También en estos días leí un artículo de Frei Betto en el que analizaba las debilidades de sistemas que carecían del elemento formativo, específicamente en América Latina, y las consecuencias que ello había acarreado o podría acarrear.
Por ello, pongo mi esperanza en la Unidad de Formación de la GMAS, que no se convierta en una instancia meramente informativa sobre los vértices y que asuma la necesaria formación sociopolítica, formación que a la larga es el instrumento idóneo para concienciar al pueblo, siendo ello lo único que puede hacer realmente irreversible la Revolución, para evitar que regresemos a aquellos años 90 de la A-política en Venezuela y que claramente es la tendencia en otros países como Colombia o Estados Unidos, donde la misma queda mas que evidenciada con los altos niveles de abstención en uno y con el sistema democrático que no es directo en el segundo, lo que en definitiva genera una asimétrica lucha de clases y torna ilegítimas las decisiones y las políticas públicas.