El compositor venezolano Adrián Suárez afirmó que los valores musicales pertenecientes a nuestra tradición ancestral serían resaltados, si se incluyese a la creación nacional en los espacios de formación orquestal que se han conformado en todo el país, así como en la programación de sus conciertos.
Señaló que en Venezuela se ha evidenciado una evolución musical, dada la cantidad de orquestas infantiles y juveniles que se encuentran diseminadas por todo el territorio. No obstante, criticó que los compositores venezolanos, por lo general, no son incluidos en la programación de sus conciertos.
A su juicio, existe resistencia por parte de las orquestas hacia la música indígena y hacia los creadores nacionales en general, lo que ha dado como resultado una gran desvinculación con los elementos propios desde la etapa de formación musical. “Nosotros nos confrontamos semanalmente con música rusa, alemana, italiana, y eso no está mal, pero no hay obras de compositores latinoamericanos y mucho menos venezolanos ”, sentenció.
“Este sometimiento que se inició hace 500 años, trajo consigo un proceso que acabó generando una ruptura cultural y social. Sin embargo, creo que cada persona tiene su cuota individual de responsabilidad”, apuntó el creador de la pieza Atavismos del sol y de la luna.
Los medios de comunicación, prosiguió el artista, también han influido para que nuestras sociedades desconozcan u omitan los valores de las culturas ancestrales. De hecho, hay emisoras de radio y en internet especializadas en música clásica europea, pero carecen los espacios para la difusión de obras musicales de origen indígena, pese a la existencia en el mercado de discografías completas jerarquizadas por regiones e incluso, de fusiones grupales con características étnicas.
OPORTUNIDAD DE CREAR Y PARTICIPAR
Según Adrián Suárez han habido cambios sustanciales en cuanto a la política de Estado sobre el aspecto indígena. “La propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela lo reconoce en teoría, cosa que antes no existía, pero en la práctica todavía hay mucha resistencia a que estos cambios florezcan”, acotó.
Al respecto, destacó que es preciso sistematizar los estudios de creación musical, “de una manera distinta a como están enfocados ahora”, tomando en consideración todos los niveles de educación. “Pero tiene que haber una gran consciencia a nivel político e institucional para que estos conocimientos, que nos pertenecen a todos y que los hermanos indígenas están dispuestos a compartir, tengan un asidero”, subrayó.
Suárez resaltó la posición de la Orquesta Filarmónica Nacional, con la que participó recientemente con la interpretación de su obra cumbre Watunna. Indicó que la misma ha entendido lo importante que resulta fomentar nuestros valores musicales, y más aún después de ofrecer una presentación a sala llena, en el capitalino Teatro Teresa Carreño, “en la que el público y los músicos se conectaron en una pequeña iniciación espiritual, que amplificó toda la energía y el poder del sonido para concatenar el mundo ancestral con el mundo moderno”.
Basándose en la hipótesis de que hay que complementar los saberes para lograr el equilibrio, el joven talento aseguró que la interpretación de otros géneros musicales no rompe con el concepto del conglomerado orquestal.
“Nosotros tenemos que reconstruir nuestra historia, por lo tanto, debemos proponernos la tarea de redimensionar ese aparato que es la orquesta sinfónica, e incluso, podríamos considerar devolverle esa estructura a Europa de una manera nueva, y ellos lo entenderían como un valor nuestro, aún siendo la orquesta sinfónica su invención”, argumentó el compositor.
SOCIALISMO ANCESTRAL
Para el músico, quien ha estudiado por años las culturas indígenas venezolanas, nuestros aborígenes son estrictamente socialistas, en un sentido más pragmático que político, porque para ellos, “el hombre en la dimensión de lo sagrado es uno que se integra con el todo”.
Dentro de su entorno, explicó, se genera un valor de su cultura que es el que les permite priorizar sus necesidades en base a lo que les pertenece, a lo autóctono. “Ellos diferencian de una manera natural el bien del mal, y eso es algo que a nosotros nos cuesta bastante”, dijo.
En el capitalismo, contrastó, puede apreciarse cómo el poder hace que el equilibrio humano con el entorno desaparezca. Un ejemplo de este desequilibrio “sería la deforestación y todos los problemas ecológicos que tenemos en el planeta”. Por último, avizoró que de haber una ruptura en el proceso político – social que adelanta el Gobierno venezolano, se produciría un retroceso.
“Ellos (los indígenas) seguirían en la lucha que vienen protagonizando desde hace miles de años, mientras que nosotros estaríamos incurriendo en un error histórico, pues se frenaría el avance alcanzado hasta ahora”, puntualizó.