El jurado del Premio Nobel ha querido dedicar el premio de este año a la sociedad civil de Túnez, el único país protagonista de las revueltas árabes que ha sido capaz de llevar su transición democrática a buen puerto.
Por eso el premio recae sobre el llamado Cuarteto Tunecino, las cuatro organizaciones de la sociedad civil que patrocinaron una salida dialogada a la aguda crisis política que vivía Túnez en 2013 y que amenazaba con dar al traste con el proceso de transición iniciada tras la primavera árabe en 2011.
El Cuarteto lo componen el sindicato UGTT (Unión General de los Trabajadores Tunecinos), UTICA, la patronal del país, la Liga de Tunecina Derechos Humanos y la Orden de Abogados.
El comité del Nobel ha justificado la decisión de otorgar el galardón al Cuarteto por su “contribución decisiva a la construcción de una democracia pluralista”. Su elección ha sido toda una sorpresa, pues los tunecinos no figuraban entre los favoritos.
El Cuarteto Tunecino fue formado aproximadamente dos meses después del asesinato del diputado progresista Mohamed Brahmi, presuntamente a manos de una célula yihadista, el 25 de julio del 2013. El país se hundía en una grave crisis política, y no había apenas puentes de diálogo entre el Gobierno, liderado por el partido Ennahda y la oposición laica. La polarización social llegó a tal nivel, que se proyectaba sobre el país la siniestra sombra de un golpe de Estado, tal como había sucedido ese mismo verano en Egipto.
Las artes de mediación del Cuarteto fueron claves para rescatar la transición y recuperar el consenso del que había hecho gala la clase política en los meses siguientes a la caída del dictador Ben Alí, en enero de 2011. Tras varios meses de una compleja negociación, Ennahda aceptó abandonar el poder para dejar paso a un Gobierno tecnocrático encargado de pilotar el país hasta las elecciones legislativas y presidenciales de 2014.