Otra más para la OEA

POR: WALTER ORTIZ

______________________________________________________

Los esfuerzos infructuosos del Gobierno de los Estados Unidos en la Organización de los Estados Americanos, por escalar con cierta “legitimidad” regional, el proceso de agresiones sistemáticas contra la República Bolivariana de Venezuela, ha encontrado una nueva derrota. Al parecer los primeros cálculos que hicieron, una vez se produjo el evento electoral del 20 de mayo, fueron errados en cuanto a los apoyos para aprobar una expulsión de nuestro país de ese organismo regional, al cual por cierto ya habíamos denunciado para retirarnos hacía ya más de un año.

Tal cosa, venía sin lugar a dudas en procura de justificar un nuevo grupo de agresiones contra nuestro país, basado en apoyos regionales bastante cuestionados a lo interno de sus propios países y con margen de maniobra muy limitado como para emprender acciones bilaterales de ataque directo al país.

Dos cosas han quedado claras de la reciente acción contra Venezuela en el seno de la OEA. La primera de ellas es la parálisis absoluta de un organismo que abandonó toda agenda de desarrollo regional, de debate político serio, de establecimiento de líneas de acción para el combate de los flagelos propios de la región, o que trabajase por los desafíos económicos; para regresar al siglo XX latinoamericano donde decir amén al hegemón estadounidense era obligación y recurrencia, so pena de recibir el castigo de una de las cientos de intervenciones contra cualquier movimiento político que tan siquiera se alejara de sus intereses.

En segundo lugar la necesidad del gobierno de Trump de tomar vías alternas al histórico uso de este organismo severamente desprestigiado, para alterar el orden constitucional y democrático en la República Bolivariana de Venezuela. Esto deja abierta la posibilidad de actuar económica y militarmente contra nuestra Nación, usando el pretexto jurídico de la “responsabilidad de proteger”, y la “doctrina de guerra preventiva”, para fabricar una cumbre que dé luz verde a cualquier empresa para derrocar a la Revolución Bolivariana.

Después del resultado de la OEA, el Departamento de Estado y el Pentágono deben estar pensando muy bien sus futuros movimientos por dos razones fundamentales. La primera es que el incuestionable resultado del 20 de mayo ha dejado con un piso político muy importante a Nicolás Maduro, que ha sabido aprovechar desarrollando una agenda de trabajo en torno a las seis líneas estratégicas presentadas al país. En segundo lugar, los esfuerzos por aislar al país, bajo un amparo regional bastante débil, pueden generar un efecto boomerang que no solo podría afectar a los adláteres que aplauden la estrategia de asfixia gringa, sino al propio gobierno de Estados Unidos, socavado ya en sus posiciones de privilegio como economía vanguardia a nivel mundial.

Mientras esto sucede, Venezuela sigue su tránsito a salir voluntaria y soberanamente de la inútil OEA, y la oposición interna continúa dando bandazos sin asumir ninguna acción con niveles mínimos de coherencia política que no vaya a contravía de sus acreedores en Washington. Por ahora lo de la OEA es una derrota más a las pretensiones imperiales.

walter1982@gmail.com