Celag|El otro Lenin

I

En 2007 Lenin Moreno se convirtió en vicepresidente del Ecuador. Impulsó con éxito dos programas sociales: la Misión Solidaria “Manuela Espejo” y el Programa “Joaquín Gallegos Lara”. El primero, tenía como propósito identificar todas aquellas personas que tenían algún tipo de discapacidad. El segundo, consistía en una asignación económica destinada a los familiares que cuidan a las personas que tienen discapacidades físicas severas. Lenin construyó desde estos programas su figura publica. Una que lo colocaba en un lugar singular, preservándose y a veces quedando alejado de algunas políticas de Correa. Hizo de la “solidaridad” -un bien simbólico de todas las culturas políticas- su marca.

Su lucha por los discapacitados traspasó fronteras y en 2013, Ecuador lo propuso como delegado especial de la ONU en temas de discapacidad siendo elegido en diciembre del mismo año por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, como enviado del organismo para esa temática.

Probablemente Lenin sea el presidente en toda la historia de la democracia de Ecuador que ha alcanzado los valores más altos de popularidad ciudadana: en 2013, cuando se retiró de la función pública tras dos períodos de ser vicepresidente, tenía una aceptación popular del 98.7%.

II

Lenin Moreno será el candidato a presidente del Movimiento Alianza PAIS para las elecciones presidenciales de febrero de 2017. Acompañará a un hombre de Correa, Jorge Glas. Ambos se medirán con una oposición que ha tenido serios problemas para conformar una plataforma de unidad.

Para muchos analistas, la decisión de Lenin Moreno corresponde solo a una decisión pragmática vinculada únicamente a presentar una propuesta con mayor performance electoral. “Con su apelación al diálogo, con sus discursos desdramatizados y con buenas formas se gana”, dicen muchos. Pero podríamos presentar otra mirada. Este candidato es un “producto” de la dinámica del correismo e inclusive de la construcción de su propia adhesión y legitimidad política. No es una desviación, ni anomalía y mucho menos la “cara amable”. Podríamos decir que es una propuesta mayoritaria de lo que el correismo logró construir hacia adentro de Alianza PAIS, como en la sociedad. Más allá del deseo presidencial, las transformaciones que suscitó su propio gobierno como de aquellas que se produjeron en las subjetividades e individualidades parecen ser mejor representadas por Lenin Moreno. Los progresismos deben articularse con la posmodernidad y con las fatigas sociales hacia sus liderazgos, como el caso de Correa.

Pese a las tensiones internas que se organizan muchas veces desde paradigmas –un tanto inmutable- de izquierdas y derechas, Lenin Moreno parece ser una respuesta de Alianza PAIS a la coyuntura electoral pero también al impacto de sus transformaciones desde el gobierno, como de las operadas globalmente en la subjetividad local. Lenin viene a intentar contener la característica volátil de todas las contemporáneas lealtades políticas y a permitir una necesidad no menor para Alianza PAIS: garantizar la continuidad de algunas políticas y mantenerse en el poder.

El correismo es una maquinaria de construir estabilidad política y su candidato presidencial sigue esa línea. Pero no debemos olvidar que esta será la primera elección presidencial donde Correa no competirá y que el desafío para la continuidad deberá introducir una perspectiva de cambio o de renovación.

III

Lenin Moreno puede mantener el poder y establecer una nueva interpelación con votantes que ya no son los mismos que acompañaron a Correa. Lenin es más el candidato de lo que produjeron las transformaciones iniciadas desde 2007 que el espíritu fundacional e identitario de Alianza PAIS. Tiene una estrategia de campaña que ha esgrimido este último tiempo. En muchos de sus discursos aparece cierto gesto a “dar voz al individuo que todos llevamos adentro”. Darle lugar a un proceso de individuación configurado durante estos años. Para ello, hay que volver al territorio y escuchar. Poner el oído a los actores. No mirarlos desde el Estado, sino desde la sociedad misma. Buscaría así, “representar” aquello que el Estado no está mirando. Inclusive, intentaría presentarse como aquel que puede “cerrar” heridas con algunos actores. “Vengo con la mano tendida”, pronunció este martes al llegar a Quito. La coyuntura ha cambiado y reducir los márgenes de conflictividad política parece una acción central para el próximo gobierno.

Para ello, Lenin ha insistido en la necesidad de ampliar la representación. “Ensanchar Alianza PAIS y su marco de interpelaciones”. El contexto regional donde hay claros signos de un progresismo en retroceso (Argentina y Brasil), no parece un escenario propicio para escenarios de hiperpolitización y conflictividad.

IV

La insistencia en el ciudadano/individuo –viniendo de un proceso que se denomina Revolución Ciudadana- no es menor. Nadie puede desconocer la larga cultura política liberal que existe en Ecuador. Como tampoco la biografía empresarial de Lenin y su derrotero político en estos años. En uno de sus discursos planteaba que la Revolución Ciudadana no había llevado inspiraciones al yo interior del pueblo. Propone un cambio de perspectiva: hay que recuperar al individuo desde un lugar no hiperideologizado o no doctrinario. De esta manera, Lenin Moreno contesta al correismo duro desde una estrategia de campaña y de una nueva fórmula de gobernabilidad. Ir al individuo desde un discurso no dramatizado por las pasiones políticas, entendiendo sus deseos y, a su vez, apelando a los diversos empresarios con el “corazón de la Patria”. Llamarlos a trabajar por lo común reduciendo algo del peso del Estado. Seducirlos con la Patria y no con mayores regulaciones. Una suerte de “pax leninista” se configura para enfrentar la crisis internacional, atraer inversiones, intentar resolver el tema del desempleo y sobre todo, para mantener las conquistas de estos últimos años. Un plan “posconflicto” –por lo menos en el plano electoral- se avecina con la llegada de Lenin. Uno que busca conservar lo logrado en un contexto internacional adverso, sometido a la presión de nuevas subjetividades configuradas con la velocidad de la globalización. La Revolución Ciudadana va por el ciudadano. Esa es la propuesta del otro Lenin. Un hombre “común” en campaña. Ajustado al tiempo y al escenario.

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