Padre Numa Molina: En abuso de poder, el cardenal Baltazar Porras me prohibió celebrar misas en el estado Mérida

El padre Numa Molina, rector de la iglesia de San Francisco de Caracas, acaba de cumplir 25 años de haberse ordenado como sacerdote, y como es sabido por todos cuando se disponía a celebrar este acontecimiento y orar por las víctimas de los hechos violentos registrados en su ciudad natal, le llegó la información de que el obispo de la Diócesis de Mérida, Baltazar Porras, le había prohibido celebrar misas en esta entidad.

“Esto es un abuso de poder, Baltazar Porras me tiene prohibido celebrar misas en Mérida y eso quiero que lo sepa el pueblo venezolano, hasta ahora no me ha dado ningún motivo, y me enteré porque me llamó el superior de los jesuitas en Venezuela para decirme que según el obispo Porras yo había sido notificado que no podía celebrar misas en este estado, cosa que es totalmente falsa porque a mí nadie me había, ni verbalmente, ni por escrito, informado eso”, aseguró.

En entrevista concedida vía telefónica al Correo del Orinoco, el rector del templo de San Francisco expresó: “La experiencia más dolorosa en mis 25 años de ordenado la viví esta semana, es la primera vez en mis años como sacerdote, y sin tener ninguna culpa, que se me prohíbe celebrar eucaristías”. Explicó que existe el derecho canónico, que es el derecho de la Iglesia, “y cuando yo reviso ese derecho veo que yo no he cometido ningún delito que me prohíba celebrar misa justamente en uno de los barrios pobres de Mérida, con los que yo trabajé cuando era seminarista”.

Denunció que no solo le impidieron realizar esa eucaristía, “lo más grave es que yo me encuentre con un obispo que me dice que yo no puedo celebrar la eucaristía en la Diócesis de Mérida, mientras que él sea obispo”. Dijo que por el momento debe acatar la orden, pero solicitará una averiguación porque considera que el obispo de Mérida debe explicar los argumentos sobre los que se basa la orden que le impide oficiar actos religiosos en esa entidad.

“Cuando el directivo de la congregación cumplió con informarme, imagínense cómo me podría yo sentir, cuando ya el pueblo estaba preparado para esta eucaristía. Nunca yo esperaba eso, tres barrios se habían puesto de acuerdo en encontrarse y ya eso estaba montado”.

Además de la medida aplicada al padre Numa, al barrio Gonzalo Picón Febres, donde se iba a celebrar la misa, le cerraron la capilla. Contó Molina que el lugar queda en una zona aledaña al aeropuerto, “pero yo no podía entrar, y era como si yo fuese un maleante”. “La gente no pudo usar la capilla -señaló- pero como el pueblo se busca sus escapes y siempre sabe cómo resolver, se consiguieron con amigos que le prestaron unos toldos y una sillas”.

Con mucha emoción describió que en una callecita del barrio montaron toldos y ubicaron sillas “y yo no iba a dejar solo al pueblo”, afirmó. “Observando el entusiasmo del pueblo pensé, bueno, el poder eclesiástico me impide celebrar la eucarístía, pero sí puedo predicar la palabra, eso no me lo puede prohibir nadie en este mundo. Entonces me fui con mi Biblia y celebré la palabra de Dios”.

Señaló que igual se reunió con el pueblo y terminaron con un compartir, cosa a la que siempre invita a la gente cuando realiza celebraciones en la calle, “y lo he hecho muchas veces en Caracas, los invito a comprar pan o casabe, que particularmente me gusta más el casabe, porque es el pan propio de nuestros ancestros y entonces compartimos el casabe, que alcanzó para la multitud que había, y sobró, se compartía de tres pedacitos porque la idea es que si el pan se comparte alcanza para todos, esa fue una gran enseñanza”.

Destacó que recordaron a los difuntos, celebraron la devoción del Divino Niño, “fue una tarde, diríamos, de encuentro, de darle gracias a Dios por la vida, con el pueblo sencillo del barrio, y celebrar la palabra de Dios, menos la misa, porque me la prohibió Baltazar Porras”, enfatizó.

Reiteró Molina que Porras debe explicar por qué motivos le prohíbe, sin haber cometido ninguna falta, realizar misas en su tierra natal, “donde yo puedo perder a un familiar un día de estos. Aquí vive mi familia y tengo muchos amigos, y que yo no pueda celebrar la eucaristía por el capricho de un obispo, que se aprovecha de la cuota de poder que tiene, eso es inconcebible”, destacó.

Aseguró que en el fondo lo que hay es un problema de tipo político, pero eso no es ningún justificativo, “y si fuese este su argumento yo le preguntaría al obispo Porras, ¿y cómo tú justificas a los sacerdotes que han bendecido a los violentos, o cómo tu justificas que saquen a la Divina Pastora en procesión en una manifestación evidentemente política, partidista?, y que terminaron con una misa politizada que daba dolor, ya que es una imagen y una procesión tan venerada por el pueblo venezolano”.

LA IGLESIA NO ENTIENDE MIS LUCHAS

Entre otras dificultades que ha encontrado en su transitar como sacerdote, el padre Numa Molina dijo que para él ha sido muy difícil encontrarse con una Iglesia que no entiende la lucha de los pobres, “y sentirme atacado por una institución eclesial que está como en un invierno, que no se da cuenta de todo lo que está pasando a su alrededor, y sentir que no me entienden mis luchas, y que no me entienden mis pasiones de ponerme al lado del pueblo, y que no tienen inteligencia política para darse cuenta del momento político que vive el país y que se ponen en contra de esas luchas del pueblo. Eso para mí ha sido muy difícil”.

A su juicio, ha sido muy difícil tener que aceptar que los procesos del pueblo no los entienda la Iglesia “y que todavía tenemos una Iglesia que tiene una visión triunfalista a pesar de que se va quedando vacía cada día porque el pueblo se da cuenta”.

Pero como no todo es malo en la vida, al abordarlo sobre las gratificaciones que ha recibido desde que en su pueblo Mucuchachí atendió el llamado de Dios de servirle como sacerdote, el padre Numa señaló: “Ha sido vivir con el pueblo la experiencia cristiana, mi experiencia de espiritualidad vivirla con el pueblo, estar al lado del pueblo”.

Refirió que sus pasiones han sido el encuentro con el pueblo, que es lo que comenzó cuando era párroco, los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, “y mi vivencia como periodista, que ha sido una pasión que no he dejado de ejercer, siempre he visto el periodismo como un apostolado, nunca la he visto como una profesión. Para mí ser periodista es un apostolado”.

LA IGLESIA ESTÁ SORDA Y CIEGA

“Me duele tantísmo -dijo- una Iglesia que pareciera que está enferma, sorda, ciega, no ve, ni oye, ni entiende, que se pone en contra de la Constituyente y salen 8 millones 89 mil venezolanos, que en su mayoría son católicos. Es un divorcio con la realidad del pueblo”. En tal sentido afirmó: “Yo no les pido a los curas y obispos que sean chavistas, no, yo les pido que sean cristianos, que sigan a Jesús de Nazaret, que se olviden de tanta norma y tanto derecho canónico y de tanto dogma y se pongan del lado del pueblo a caminar con él”.

Comentó que la Asamblea Nacional Constituyente de hoy es distinta porque, a sus juicio, la del 99 era más complicada porque la gente no comprendía cómo era ya que las constituciones se hacían entre varios políticos y asesores, “por eso fue un gran esfuerzo que tuvo que hacer Chávez para que esa idea calara, y los medios tenían gran influencia, el pueblo creía todo lo que los medios decían”.

Considera Molina que hoy en día los venezolanos no se comen el cuento de los medios de comunicación y en eso radica la diferencia entre la Constituyente de 2017 y la de 1999.

 

T/ Elízabeth Pérez Madriz
F/ Archivo CO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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