Columna desde el resuello Esnú|Del país que venimos (Opinión)

La abuela llamando desde la cocina después que ya le había servido de primero la comida al abuelo porque ese come alante, porque ese es el marío, porque ese es el hombre de la casa y por lo tanto le lleva la comida donde esté y a los demás, empezando por los mayores, cada quien a buscar el plato de comida a la pata el fogón, uno por uno cuando lo llamen:

“No se me amontonen en la cocina…y venga fulana y venga fulano y venga fulanita y venga fulanito”

Y alguno de nosotros con el miedo al hambre de más tarde, llorando y preguntando: “Abela y qué mamo a comé manana”. Y la abuela dando un coscorrón: “¡Muchacho el ca…., ¿usté no ha empezao a comé y ya ta preguntando qué se va a comé mañana?, salga pallá que mañana no ha llegao!… y mañana es otro día y mañana Dios dará… quién sabe…”

O el otro jipiando y refunfuñando por allá: “A mí me dieron más poquito” y “¿Otra vez frijol?” Y la abuela, la que nunca se sabe cuándo come ni si come o dónde come ni qué come: “No sea disconforme, dese con una piedra en los dientes que siquiera ta comiendo, mire que en el mundo hay gente que pasa hambre”

O si a cualquiera se le cae el plato de comida: “¡Es que tienes las manos empatucás!”. Regaña, mientras agarra el plato del suelo, sucio de tierra y medio lambío por los perros, los cuales de inmediato ya se habían comido el alimento derramado, y la abuela espanta a los perros, recoge el plato, lo enjuaga chas chas en la ponchera de fregar y le vuelve a servir una cucharada de la olla y le completa con un poquito de cada plato de los demás que en silencio no reclaman, pero miran con odio al desafortunado.

Y comemos sentados en el suelo con el plato entre las piernas abiertas y un chaparro para espantar los otros animales hambrientos del patio.

Ay, cariño, mirá que amorosos a pesar de todo, que querernos aun entrelazados por la miseria, peligrosa miseria cuando se inserta en el alma como veneno y se trasmuta en egoísmo y traición que no permite fundar la patria.

Cariño, ay, cariño, que la amargura no nos corrompa y podamos, sin esclavos, sin amos, sin dueños…vivir juntos.

T/ Gino González
ginoesnu@hotmail.com
El Socorro / Edo. Guárico