Por Tulio Monsalve|El papa Francisco en el Congreso de EEUU (Opinión)

Aún se sienten y animan las recientes palabras del papa Francisco. Quizás descubran lo que caracteriza este tiempo de nuestra humanidad, que todo lo vive de golpe, donde no hay historia sino tuits, y el silencio arropa la memoria al son de la guerra que todo lo controla con agresores condecorados a contralógica como valientes.

En una sala llena de políticos cuya ocupación principal es cortejar a los donantes de las campañas electorales mas costosas del planeta, el Papa habla de la guerra como negación de todos los derechos, que daña y puede llevar a la destrucción de la humanidad.

Y, además, pide que se haga esfuerzo por crear y distribuir la riqueza. Le habla a la cabeza de una institución que sin duda posee la acumulación más grande de riqueza en el planeta, e insolente, dedica un porcentaje minúsculo a los programas de salud.

Aplaudo la potencia de su sabia ironía al cargar sus discursos, para delatar el dislate.

Para mostrarle a los representantes de las dos cámaras del Congreso su encendida defensa de los inmigrantes y su derecho a buscar una vida mejor, irónico, a ellos, que regatean dinero a la salud y lo dedican a fabricar un muro para contener a los emigrantes.

Sin duda que fue descomunal el éxito diplomático del Papa, quien en una gestión de alto riesgo y gran audacia se permitió hacerle conocer a este Congreso que no todo cuanto hacen, está bien.

Hoy es real “el efecto Francisco”, en la política interna estadounidense.

Muy sentido en su discurso al hablar a esta nación de inmigrantes como un hijo de inmigrantes latinoamericanos.

Tulio Monsalve