Por Tulio Molsalve|El paracaídas (Opinión)

Este sencillo invento lo conoció Don Leonardo Da Vinci. Sólo, Ícaro, no le paró al axioma del paracaídas: sirve para frenar las caídas mediante la resistencia auto generada al atravesar el aire, y, se mató en el salto. Él busca evitar caídas controlando la velocidad de bajada que impide darse un porrazo.

Pero nosotros tan criollos como intuitivos y sin fundamento, despreciamos las ventajas de esta innovación y su sencillo principio. Por ello, a cada rato alguno andan en lances sin tomar las previsiones del paracaídas -que la planificación estratégica- exige para realizar cualquier acción.

Olvidan, que sobre todo, en política éste olvido tiene efectos nefastos. No solo en política, hasta en las pericias de la vida íntima se improvisa. Falta de paracaídas, que en nueve meses demuestra el peso de esa ligereza. Error por irreflexión.

Un político de la oposición es entrevistado en la televisión le preguntan: ¿qué planes tiene Uds. para sacar de la cárcel al huésped de Ramo Verde? Responde, sin ánimo de hacer una humorada: “ no sé, pues si él diseño un plan para entregarse, seguro tendrá un plan para salir de allí”. Qué bueno hubiera sido para éste, haber tenido un paracaídas, y evitar su desmán.

Otro político olvida el paracaídas y para inicios del año 2016 se da estruendosa caída, cuyas consecuencia aún se sienten en su adolorida rabadilla, a voz en cuello, en medio de un acto de cobertura mundial se compromete en TV a sacar de Miraflores

Este salto sin paracaídas marco el inicio del año 2016. Pero no se sorprendan, para iniciar el 2017 surge otro, -cuyas improvisaciones solo se comparan con las de la pianista Montero-, una vez más sin paracaídas anuncia el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, que va a hacer “presión para lograr que en Venezuela se convoque a elecciones generales”. No da fundamento constitucional a su iniciativa. No explica como la llevará a cabo. No reconoce quienes lo apoyan en su salto al vacío. No cita antecedentes adonde esta “estrategia” hubiese tenido éxito.

Nada, puro humo. Ahora, igual que la vez anterior cuando se montó, sin paracaídas, y saltó por la pared una Embajada de un país extranjero, repite la historia de otra caída de nalgas al suelo. Aunque extraño en él, ésta vez, se puso el paracaídas y no dio fecha para llevar a cabo su salto. Precario inicio de año.

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