Por Jesús Faría|Paramilitarismo (Opinión)

La revolución bolivariana viene superando la arremetida fascista en el marco de la conspiración alentada desde el imperialismo estadounidense.

En esta nueva fase de la conspiración se acentúan las acciones de carácter terrorista. El asesinato selectivo, el sabotaje del sistema eléctrico, contaminación del agua, el asalto a instituciones públicas, entre otras, son acciones de grupos paramilitares que cuentan con entrenamiento subversivo, con abundante financiamiento, con logística comunicacional y de movilización y, lo que es muy grave, con apoyo de factores políticos y medios privados que actúan legalmente.

Nuestra situación limítrofe con Colombia, donde miles de tropas paramilitares con los más inhumanos instintos asesinos al servicio de las fuerzas más oscuras de la narcopolítica fueron “desmovilizados”, ha facilitado las acciones terroristas. Son suficientemente conocidos los estrechísimos nexos entre la punta de lanza del fascismo en nuestro país, Leopoldo López y su partido VP, por una parte, y Álvaro Uribe, por la otra.

Esto constituye un nuevo reto para nuestra revolución. No solo es el peligro que reviste para cualquier nación el despliegue de estas fuerzas criminales, sino que constituye una fuerza terrorista con métodos de acción hasta ahora desconocidos para nosotros.

Ello exige de nuestra revolución el mayor despliegue de nuestras fuerzas. Por una parte, la inteligencia social debe activarse para penetrar las acciones de estos grupos. Por otra parte, se requiere una muy firme actuación de los organismos de inteligencia y de orden público.

De nuevo se impone la movilización popular y la unidad cívico-militar.

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