Por Roy Daza|Los pasos perdidos (Opinión)

No se trata este título de una de las mas famosas novelas de Alejo Carpentier, quien de tanto amar al Caribe desde su isla y desde la montaña que separa a Caracas del mar, aprendió lo que era lo real maravilloso y, junto a Rubén Darío, fraguó una conspiración literaria que pareciera que no termina, todo lo contrario, se expande, contagia, abruma, pelea, increpa.

Sí, porque nuestra tierra comienza en las soledades desérticas de Iquique y se pierde en las colonias cuadriculadas de Ciudad de México, que de sobrepoblación sabe mas que ninguna otra. Nunca será suficiente decir que Indoamérica es muchas culturas en un solo tiempo, y que su unidad tiene como suelo la diversidad, esa misma que captó Andrés Bello, que al escribir la Gramática, salvó a los seres humanos de pasar por la vida sin visitar a Macondo.

¿Quién puede contar mejor que Alberto Arvelo Torrealba sobre las batallas a machete del Diablo con Florentino, que no tiene nada que ver con Florentino Ariza que pasó dos vidas amando a Fermina Daza? ¿Qué tiene que ver Oficina Número 1 con la Rayuela que nos dejó Cortázar, que siempre veía las cosas y los hechos desde un ángulo del que nadie se imaginaba que podía existir?

Nosotros somos caribeños y andinos, amazónicos y pampeanos. Somos latinos y estamos orgullosos de serlo, pero también sabemos mirar al Norte, no solo para ver los centros comerciales y aterrarnos por sus almacenes repletos de bombas nucleares, sino que también tenemos el sueño de Martín Luther King, que dijo que podemos vivir juntos sin guerras y sin muros.

Nosotros, los latinos, le decimos a nuestros hermanos estadounidenses que vean hacia el Sur y aprendan de nuestra germinal cooperación y de nuestra naciente unidad, y que –ojalá- no caminen tras los pasos perdidos de Donald Trump y su corte de multimillonarios.

dazaroy@gmail.com