Por Carolina Escarrá G|Paz en sentido amplio (Opinión)

Cuando se busca en los diccionarios comunes el significado de paz, con frecuencia la definición es «ausencia de guerra». En algunos casos expresa que etimológicamente proviene del latin «pax» del genitivo «pacis» relacionado al verbo «acordar» ó indirectamente «pactar». Pero, como decía nuestro Comandante Eterno en torno a la paz, y en un sentido amplio, la misma va más allá de la simple ausencia de guerra, pues se trata de devolver las condiciones de dignidad al ser humano, a través de una verdadera justicia social, como condición sine qua non para lograrla.

En una reunión política una compañera decía que nuestro pueblo más que amante de la paz es un pueblo amante de la justicia, y parece cierto si se entiende que en socialismo, sin la justicia social que está contenida en nuestro modelo de Estado, no es posible la paz.

Hace dos días, en el Día Mundial de la Paz, las presidencias Pro-Témpore de la Celac y de la Unasur, sentaban las bases para un diálogo entre dos países hermanos como son Venezuela y Colombia, países que poseen dos modelos de Estado y de sociedad distintos, pero que comparten una frontera común, una población conjunta y muchos años de historia.

Por un lado, Colombia, parecida a la Venezuela de la IV República, tutelada por intereses imperiales, que allí se han posicionado a través del control del narcotráfico y del estamento burgués, beneficiado por el contrabando de extracción, así como por las perversidades de su apolítica financiera y, cuenta además con los embates del paramilitarismo.

Y por el otro lado, la Venezuela soberana que está sufriendo los embates de la baja de los precios petroleros, en conjunto con una guerra psico-económica sin precedentes en términos de duración, concebida para generar desestabilidad política. Esa Venezuela que, a pesar de todo, continúa profundizando en programas sociales tendientes a generar la situación de dignidad y paz que necesita el país.

Ese es el escenario y los actores, siete puntos acordados, pero la resolución del conflicto solo será posible con voluntad política de ambos, ya que para derogar Venezuela los decretos de Estado de excepción, tendría primero Colombia que derogar el decreto 8 del año 2000. Si eso sucede, posiblemente hermanados, podremos continuar nuestro camino hacia la paz en su sentido amplio.

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